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Supongamos por un momento que la fórmula que está usando con éxito Leonardo Espitia para operar en el mercado de divisas, supongamos que esa fórmula funciona también en mi caso (no veo por qué no) e imaginemos cómo sería mi vida en tal circunstancia.

El primer descanso que tendría sería no tener más la presión económica que se me ha hecho tan desesperante durante los últimos años. En este caso, no tendría que volverme a embarcar y dispondría de todo el tiempo del mundo para hacer lo que quisiera.

Pues bien, lo primero que haría sería dedicarme de tiempo completo al edificante oficio del ocio. Nada me detendría.

Tan sólo por placer, terminaría mi Perpetuum Mobile. Claro, no es que me dedicara todo el tiempo a hacerlo. Sólo lo haría cuando me viniera en gana. Entre tanto, podría pensar en aprender algo de ópera, o leer los libros que no he podido leer, o caminar, o simplemente dormir cuando el cuerpo me lo pidiera. Tal vez dedicaría algo de tiempo al Esperanto. Y de tiempo al tiempo me sentaría a escribir estas y otras bagatelas.

Vería muy pocos noticieros, esa insufrible apología de la estupidez humana. Intentaría ver una telenovela completa y sinceramente trataría de disfrutarla. Dentro de mis frustraciones está la de no tener la capacidad de disfrutar las increibles tonterías que se ven en las telenovelas. Creo que dedicaría mucho tiempo a la música. Tal vez aprendería de nuevo a tocar la flauta, pues su sonido nunca ha dejado de parecerme bellísimo. Pero lo más seguro es que me dejara llevar por el placer que me produce la música de los grandes compositores.

Tal vez dedicaría tiempo a aprender otro idioma. Perfeccionaría mi inglés. Creo que aprendería italiano y muy seguramente portugués.

Leería y leería y leería. Y me dejaría llevar sin remordimientos por la vorágine del ocio, la única vía para que el ser humano pueda buscar su verdadera esencia.

Que mayor placer que despertar y ser conciente de nuevo cada día de que no es necesario trabajar!

El trabajo, la peor de las desgracias del ser humano, estaría alejado para siempre. Cualquier cosa que se hiciera sería hecha tan sólo por placer, por gusto. Y es posible que pasara días y días sumergido en muchos proyectos o tal vez en ninguno, pero es seguro que lo que hiciera o dejara de hacer me mantendría un milímetro más cerca de la felicidad.

Para recordar cada día que el ocio es una joya de inestimable valor, mandaría a construir una reja con esa famosa frase de los sabios filósofos alemanes que pinta con tanta precisión lo que significa el trabajo: “Arbeit Match Frei”.

Texto agregado el 29-08-2009, y leído por 97 visitantes. (0 votos)


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