EN LA TIERRA

Deambulo por las calles de mi ciudad, solo y desanimado pero con la impunidad de no tener y no pertenecer a nada.
Paradójicamente me siento dueño de todo pues nada he de perder ni nadie puede osar a robarme más que una mirada.
Además de escuchar, yo miro.
Mis ojos que lo son todo, sienten desprenderse arañas que pacientemente surgen desde mi humor vítreo y comienzan su loable tarea de tejer la trama insustancial no solo de mi devenir.

ll
EN EL LIMBO
Despierto del letargo y no se donde estoy, solo atino a poder salir cuanto antes del asfixiante sitio que me tiene prisionero pero por mas que intente ponerme en pie y de hecho lo logro en un inusitado y heroico acto, dada mi condición siento que aun permanezco inmóvil y lleno de polvo igual a un viejo mueble olvidado en una casa perdida en el medio de la nada y al amparo de fantasmas que se extinguen porque ya nada más hay, donde solo se me permite ver el continuo desgaste y la ruina que avanza hasta que el polvo todo lo tape y no queden vestigios de lo que fui.
Pero aun estoy saludable y en pie pues aun no se lo suficiente.
Pero aun me empecino en saber.

lll
TRAS EL VELO
Materia prima de los hechos, aislado en un fragmento y puesta en la mesa de disección para estudiar su composición, el tiempo deja de ser una mera abstracción y se corporiza en letanías que desdibujan los limites de su significado y avanzan arrodilladas como un penitente suplicando perdón por vivir, en una procesión que se confunde con ecos dispares de un pasado borroneado por quien se niega a recordar.
Ahora se que soy el tiempo que se deshilacha como la piel de un linyera postrado en su trono hecho de mugre esperando el abrazo final.
Descuidado, barbudo, pelilargo y mal oliente pues en los hechos pesa más lo indecible y lo que jamás debe haberse dicho ni hecho, pecados que huelen a pescado podrido y eso significa la existencia, un mero producto vendido a algún viejo crédulo seguro de comprar la panacea sin saber que sus manos eran el receptáculo de algo vencido.
Y mis ropas son harapos podridos en los que me enredo al caminar, tropiezo y quedo atrapado en mi mismo a merced del fango en que se ha convertido lo que sustenta aquello que antes eran mis pies.
Y solo puedo atinar a llorar aunque sepa que lo único que gane es quedar más y mas atrapado en la mugre que me rodea.
Soy todo lo que todos fueron y en mis largos cabellos que son las telas de las arañas que nacen de mis ojos, se enredan y se pierden en el infinito todo lo que alguna ves aconteció y lo poco que de aquí en más, hasta mi final, acontecerá.
Los gusanos van comiendo de mi piel descascarada.
Anidan, e irónicamente le insuflan vida a mi derruido cuerpo que va desprendiendo sus horas, sus minutos, sus segundos hasta que no haya mas con que alimentar su hambre voraz y sea así decretado el fin de la eternidad.
Se me permitiría pronunciar el nombre prohibido, hasta incluso se me perdonaría por haber violado su pureza al mancharlo con la palabra humana dándole así cuerpo al invocarlo, antes que describir lo que ocurrirá cuando aquellos pobres gusanos, que ahora los se, son la mismísima expresión de la existencia, sean presas de la locura al verse privados de su alimento y quieran vivir aunque sea un poco mas.

AZM
MMVIII