-¡Gánale! grito entusiasta, mientras su amado corria la carrera mas importante de su vida. - Mi vida esto lo hago por ti... Era lo único que se le venia en mente a aquel atleta. Llego a la meta, pero no pudo ser el primero en cruzarla. Al final del estadio lo esperaba su amada. Diste lo mejor de ti, le repetia, mientras él entre sollozos le pedia perdón.- No te mereces alguien como yo, alguien que no pudo ganar, alguien que no te puede cumplir las promesas un dia hechas- . Pero a ella no le importaba, era tanto su amor que ignoraba sus palabras, lo que menos pensaba era en separarse de su amado...
Ya de madrugada de vuelta en casa ambos amantes envueltos en pasion deciden desatarla, pero la frustracion de el no permite el desenlace esperado.- Nuevamente te he fallado, no sirvo como hombre, ni como atleta, no sirvo ni siquiera como amante-. Pero ella conforme con lo que el le daba continuaba sorda a sus lamentos.
A eso de las 4 Am aquel hombre, derrotado se levanta, mira hacia su regazo y se encuentra con dos ojos clavados en los suyos, era su amada, no hablaba, no reía, solo lo miraba, penetraba hasta lo mas profundo de su ser y se perdia en el, asombrada por la perfeccion que admiraba. El algo desconcertado se levanta rapidamente y sale del cuarto, ella en cambio decide esperarlo, sabe que volvera, lo tiene mas que claro.
Al amanecer, ella se levanta, prepara el desayuno y llama a su amado, quien se habia quedado dormido en el sofá. - Gracias mi vida, tanto te fallo y tu sigues aqui -. Ella le hace un gesto de alegría al escucharlo, su voz era como el amanecer y a la vez como la lluvia, era melodiosa pero penetrante.
Dos dias mas tarde mientras ella trabaja, el vuelve a la casa, acompañado. Desata su furia y pasion en su cama matrimonial, con una que no era su esposa...
Al atardecer ella vuelve y su casa estaba oscura, tenebrosa, entra y se encuentra con su amado dormido en una cama desecha, acompañado solo por las sombras. Toda la luz y la hermosura que ella vió alguna vez, se apago, la ternura se esfumo y el amor se cubrió de una coraza impenetrable que nadie volvería a abrir, pues su amado ya no estaba mas.
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