Amo el cielo y sus componentes,
la luna es mi esposa,
la estrellas mis plurigénitas.
Siempre que recuerdo tus labios,
el cielo se torna rojo
como histérico celoso, muestra
sus estrellas, su luna, su sol,
su azul, su rojo; las propone,
las quiere hacer mías,
es piedra y espada,
me aprisiona, me obliga a olvidarte.
Le pido que mate, que ceda, que continúe,
que atraviese mi pecho.
Yo, tu miserable servidor, siempre firme
a no desistir del embriagante recuerdo
de tus suculentos besos.
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