Llueve afuera, y hace frío. Me pongo junto a la calefacción, en parte por socializar con el grupo, en parte porque ella esta junto a mi.
Conversan sobre la prueba que tendremos dentro de algunas horas, y tratan de recordar los contenidos más importantes. De cuando en cuando les ayudo. Me consideran un tanto instruido, y aprecian mis comentarios. Por supuesto, nunca revelé mi verdadero potencial en las pruebas. Prefería mantenerme con notas entre 5 y 6 y no llamar la atención. Por supuesto, nadie sabía que desde que likidel vino, había adquirido el talento de recordar todo lo que me propusiera. Tampoco me emocionaba la idea de que sospecharan.
Inevitablemente después de la aparición del muchacho, hubo cambios en mí. En parte por los dones que me regaló, y en parte por sus enseñanzas.
Pero mi vida diaria seguía siendo tan aburrida como siempre. Todos los días ducha, colegio, casa, dormir. De cuando en cuando una fiesta, o una prueba. A veces, solo por hacer cambios, por recordar que tengo mis dones, trato de recordar como era ella antes de que tuviera que borrar sus recuerdos. En ocasiones pienso que quizás si no lo hubiera hecho, ella ahora no estaría con el patán de shoun. Pero recuerdo luego que también estaría corriendo riesgos mucho mayores que ahora.
-¿cual es la que deja dos células hijas?- me pregunta Edward junto a mí.
He respondido 11 preguntas correctamente hasta ahora, así que esta será la última.
-mitosis, Edward. Meiosis deja 4 células hijas-
-ah, claro, claro. Gracias pete.-
Se voltea y sigue leyendo su cuaderno. Hoy también lleva el pañuelo sobre el rostro. Los días de frío la cicatriz se nota más, me ha comentado en alguna ocasión. Y pensar que antes la lucía con orgullo, porque sabía que era el recuerdo de su valentía. Y verlo ahora, reducido a un niño tímido y algo torpe, que cree que se hizo esa marca en la cara con una olla de comida... me enfurece.
Likidel... se llevó con sigo los recuerdos de todos menos los míos.
Así sigue el día. Pronto llega el profesor. Comienza su clase. No le presto atención, se que podré sacar esos recuerdos cuando los necesite. Dibujo. Se que lo hago pésimo, pero a ella le gustaba que tratase. Antes.
Pronto termina la hora. Los chicos nuevamente a la calefacción, esta vez la que está fuera del salón. Shoun se acerca y la saluda con un beso. Me lanza una mirada de desprecio. A veces me pregunto si también tendrá sus recuerdos. Pero no, su mente está limpia de aquello.Decido alejarme pacíficamente. No tengo ánimo de discutir con el hoy. Los recuerdos son demasiado pesados. Además, el sol saldrá en algunos segundos desde detrás de las nubes y se verá en la entrada del colegio. Eso siempre me anima. Y mi espada casi se hace visible por si misma.Sin embargo no alcanzo a dar 20 pasos cuando me encuentro con Eva. Me quiere preguntar por las sesiones del club de ajedrez. Decido no andarme con tacto hoy, y la mando de paseo luego de responder escuetamente sus preguntas. Llego a la entrada, que para variar esta vacía. El sol ya se ha descubierto. Comienzo a tararear la melodía.Y pronto me encuentro recitando en voz baja
Juro por mi honor y mi rey
Que protegeré a mi reino
A mis amigos
Y aliados
Que lucharé contra
La maldad
Y el odio
Pero no consigo recordar el resto del juramento. En ese momento la espada se despierta totalmente. Nunca me había ocurrido. Lanza destellos de luz desde mi espalda, donde ha estado guardada, durmiendo durante tanto tiempo. La empuñadura con El León brilla como si estuviera hecha del mismo material que el sol, y por fin comprendo a que se refieren los escritores con una espada sagrada. De pronto la luz la abandona, y me apresuro a sostenerla. La puedo blandir nuevamente, como en los viejos tiempos, y su peso me reconforta. De pronto se aparece ella. Debe estar buscando algún profesor, y me ha visto con vecaida en la mano.
-pete, ¿que es eso?-
-esto...una espada-
-¿y porque la tienes aquí?-
la escena es tan familiar que siento como las lagrimas afloran a mis ojos. Pero no, juré no volver a llorar. -eso no te interesa Mariah. Además, pronto no recordaras nada de esto.- me dispongo a despertar el último don de mi ojo derecho: borrado.
-¿a que te refieres? ¿Que vas a hacer pete?-
- mi nombre no es pete. Yo soy, el Koul Tattler.- y entonces, con un estertor, un rugido, un gemido, el dragón del olvido sale desde mi ojo, envuelto en sus llamas azules, dispuesto y hambriento de recuerdos. Pero es interceptado. Por un dragón dorado.
-likidel...-
-ya no es necesario que borres sus recuerdos, Koul. El momento de pedir vuestra ayuda ha llegado. Habrán grandes cambios- una silueta aparece cerca de nosotros, algo difusa, lejana. Su mirada es extraña y su ojo izquierdo aun brilla con la invocación de su propio dragón.Me siento lleno de esperanza, pero también de recelo. Las cosas estarán bien por un tiempo, y luego, de vuelta a lo mismo.
-no Likidel. No te ayudaré esta vez. Busca a Shaun y a Edward si lo deseas. Incluso lleva a Mariah. No me interesa, mientras no tenga que ayudarte yo.- Mariah se ha ocultado detrás de mí. El aspecto y la voz de likidel la asustan, tal y como la primera vez. Después de todo, un hombre que aparece de la nada no es tranquilizador.
-buscamos al Tattler. Shoun y Edward no son tan importantes. Ayudarnos es una gran responsabilidad, pero no ayudarnos acarreara grandes desastres, Koul. Y lo sabes.- likidel suspira. Mariah sigue detrás de mi, presa de un temor que me es casi cómico.
-de todos modos-agrega él- tienes la decisión en TUS manos. No podemos obligarte. Esperaremos hasta dentro de 7 días. Si no hay respuesta, comenzaremos sin ti.-
y ante la mirada atónita de la niña junto a mí, el muchacho se desvaneció en el aire. El viento se lo llevó.
-sigh- exclamo-sería mas fácil borrarte la memoria que hacerte recordar.-
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