Que la poesía me hartó y durante diez años corridos me secó las venas: y quieren que la adore, la idolatre y folle con calíope, quieren que me tire a sus pies y le rece sus bondades y el aroma de su piel canela, quieren que sonría porque para mi la poesía pasó de ser perla a manzana podrida, es obvio y degenerado, lo se que el silencio regenera mis latidos de la manera mas terrible y a veces en mis momentos de agorafobia me tiro al rio del martirio y de soslayo sigo a los perdidos para violarlos. Es cierto y sumamente verídico que la poesía me colapsó, es alto y raro el silencio duro que de sus letras se desprende, es hartante y hostil su aroma a papel reseco. Y si la quemo hecha cenizas en el macetero de mi casa quedará...

Y también es definitivamente cierto que sin ella mi corazón metálico de metáforas sonrientes se muere y cae de a pedazos, que sin ella los días se vuelven largos y espumosos de necesidades ambulantes, es cierto que sin ella no puedo parar de llorar, que en la cama no soy la misma y a veces mis espasmos degenerados de leguleya grandeza se hacen mas fuertes...

¡Remiteme poesía a las palabras que no escapan de la ley y dejame servir de esclava a la literatura prosaica tanto como a los versos que de mis manos y mis labios emanan, no quiero ser autómata de una verdad siniestra ni mosca exhorbitante de los altares de la nueva, normada, belleza!