Nostalgia y aflicción pulsan
mis sienes,
grises de amargura.
Sorbo del cáliz acerbo de los malhumores.
Me digo:
Borra de ti ese recuerdo. Monólogo
absurdo.
Falaz.
Un pájaro solitario, sólo eso eres.
Macilento y triste,
sin alas
ni deseos de volar.
Tan solo un pétalo de dicha pasajera
ansío,
reclamo.
Mas la razón se niega. Las lágrimas,
ruinosos legajos
de papel y pluma languidecen,
en juegos pasajeros
de saltimbanqui triste.
Por ella me ha sido vedada
toda alegría.
Sea el crepúsculo de tonos suaves,
la tibieza de la parva,
el ladrido de los perros fieles
y mansos.
El lejano tintón, murmullo
entrañable de campanario.
¡Oh¡ Cuánto desearía
con mi pie desnudo,
rozar su vestido de alelíes,
así…apenas,
suavemente;
o devolverle ansioso
aquel beso robado…
Un gaviotín gira en círculos
y descubre,
con su pico infalible,
un despojo amado
entre la resaca del río pardo.
Color de tierra.
Un botón de su camisa de ángel,
pasajera furia,
loca y crispada
que nos contuvo.
Imagen de ventura, obsesión
renovada
a cada ráfaga estridente de tren
y su misterio de lejanía.
¡Ay de mi¡ Objeto de castigo
de sus orquídeas
de agua viva.
¡ Oh¡ Mis sueños de centauro:
¿A quién amar?
Flor de manzanilla,
Aroma púrpura de
albahaca;
¿Dónde encontraré el pecado
y la lumbre
lujuriosa?
¿Dónde el jazmín de otoño?
¿En qué lugar morase la tersura
del duraznillo?
Mancha negra,
flores róseas, crepitante delirio
de tus senos…
Venero de losa y marfil
Mi pena demorada, lenta
y solitariamente,
ha desgarrado
por siempre,
la frágil y lánguida tersura
del amor.
Sólo queda un nido amante,
dote vil,
pesadilla inclemente…
desencanto de inocencia.
El viento silba entre las palmeras,
tonos
de extrema congoja.
Un halcón y su sombra lóbrega,
acecha
la presa inerme.
Lánzase al fin, intrépido
y ansioso.
Adios…
mi quimera adolescente.
Ya nada más puedo hacer.
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