-Cuéntame Rondai, tu día fue tan malo como el mío – sentada en la azotea de un gran edificio con el naranja de un bello atardecer, lumina recostó su cabeza sobre el hombro de Rondai.

-¿Cuándo tenemos días buenos eh?, vamos no seas presuntuosa quieres– observando la ciudad Rondai miraba las calles llenas de gente- muchas veces busque el porque de este trabajo. sabes no puedo dejar de preguntarme si ellos realmente lo valen.

-lo se- en rectándose, lumina miraba fijamente los ojos de Rondai- puedes responderme una pregunta que me inquieta Rondai- sus ojos se nublaron- ¿crees que nada pase si dejamos de hacer esto?

Rondai se incorporo súbitamente ahora el la miraba fijo a los ojos. Se notaba en su cara que estaba molesto- realmente eres una tonta. Dime quien diablos podría con este trabajo- lumina quedo tiesa mirando a su compañero, respiro hondo y antes de que se fuera le dijo- tienes razón, soy una tonta, tonta, ¡idiota!, creyendo que nada pasaría. Como si esto fuera tan fácil. ¿Verdad?
Rondai volteo a verla, se sintió culpable por descargar su frustración con ella –no lumina, no eres tonta. Si realmente dejáramos de hacer esto, seria porque ya no nos importara mas lo que le pase a esta ciudad y a estas personas- se acerco a la puerta de la azotea pero se despidió de ella a su manera- pero, sabes, ese sentimiento de inquietud que tienes, es lo que realmente nos convierte en héroes.

Lumina le sonríe a su amigo y este desaparece entre las sombras. La ciudad comienza su bullicio nocturno y ha llegado la hora de partir. Tal vez su trabajo sea duro y su vida corra continuo riesgo pero siempre la consuela saber que ella jamás, esta sola.