Hubo un niño que despertó convertido en zombie.
Su cuerpo estaba putrefacto y tenía hambre de carne.
Sus pasos eran lentos pero logró capturar al perro y comérselo.
Como era obvio, el perro fue solo un aperitivo. Luego se comió a su pequeño hermano y a sus desprevenidos padres que estaban dormidos.
Inconscientemente se metió a la ducha volviéndose humano, sin recordar lo que pasó al colegio se dirigió.
Las horas pasaron y las clases terminaron. Ya en el bus escolar en zombie se volvió a transformar. Uno a uno sus compañeros fueron muriendo a causa de sus mordidas. El pasillo era una piscina de sangre donde flotaban algunas partes.
El chofer se detuvo y salió arrancando, el niño se bajó y a su casa entró.
Nuevamente a la ducha se metió y a la normalidad el volvió.
Invitó a algunos amigos a la casa, mientras supuestamente sus padres trabajaban.
Comenzaron viendo películas y otra vez como zombie empezó a morder clavículas. La realidad se volvió una película de terror donde nadie se salvó.
El niño se vio reflejado en el espejo y al verse zombie se quedó perplejo.
Ya era de noche y sus padres no llegaron, revisó los cuartos y los encontró regados.
En ese momento entendió su destino, salió a la calle a comer intestinos.
La policía lo rodeó mientras se comía a unos niños.
Su punto débil era la cabeza, y un policía alzó su escopeta, apuntó rápidamente y disparó, pero el zombie antes de morir en niño se convirtió.