Cubierto por la oscuridad de la noche, debajo de aquellas sabanas en las que te escabullías cada madrugada, siento que aquella pequeña cama es tan grande ahora que estoy solo en ella, he olvidado aquella tibieza de tu tacto en mi espalda, me es difícil recordar tu tímido y torpe caminar haciendo crujir la madera del suelo, intentando llegar a mi sin que me enterase, aquellas frías noches de invierno en las que con tus mejillas rojas y tus pequeñas manos, levantabas las sabanas y te acurrucabas cerca mío y podía sentir tu cuerpo temblar por el frio de la noche o algún mal sueño que te hizo llorar.
Recuerdo la primera vez que lo hiciste, aun éramos unos niños en ese entonces; aquella noche, mientras abrías lentamente la puerta de mi cuarto y con los ojos clavados en mi como si haciendo aquello te darías cuenta que fingía mi sueño, entraste lentamente y de pronto en tu minucioso caminar, resbalaste y caíste al suelo, perdóname, te lo digo ahora que en aquel entonces no lo pude decir, recuerdo que me reí de aquella torpeza tan dulce que había en ti -tonta- dije mientras me movía para dejarle un espacio en la cama para que te acomodases, linda de ella que corrió apurada dando un pequeño brinco a la cama, se tapo rápido y antes de que me diese cuenta, tenias tu rostro pegado a mi espalda y tus brazos rodeando mi pequeño cuerpo de aquellos días, no sé cuánto tiempo habré estado así, perdido en aquella sensación, tal vez 5 minutos o 10, ¿quién sabe si fueron 30?, no importaba, lo que importaba es que ella estaba allí, conmigo.
Desde aquel día, cada noche lo has vuelto a repetir, como si fuese una rutina incorruptible… hasta hoy... me hace falta el calor de tus manos en mi pecho, siento mucho frio como para conciliar el sueño al no sentir la calidez de tu aliento en mi nuca, ni tu pequeño cuerpo pegado abrigando mi espalda... ni tu linda torpeza que alegraba mis noches escuchándote caminar tímidamente a la falda de mi cama, pero... por alguna razón, no sé si cosas mías serán, o el anhelo de tu presencia en esta noche me hace oír cosas, pero podría jurar sin dudar, que escucho tu fino aliento haciendo eco en la oscuridad. Aunque solo sea una mera ilusión de mis deseos, deseo tanto que sea verdad, quisiera creer que mis sentidos no están jugando conmigo, que aquel leve silbido de tu respiración se torne cada vez más y más fuerte, que se acerque a mi oído y escuchar: ¨¿Puedo dormir aquí?¨; esa respiración… ese sonido tal suave, ¿no es demasiado claro para ser una simple jugarreta de mis sentidos?
Separo un poco las sabanas y me acerco al filo de la cama lentamente por la somnolencia y casi me da un soponcio acompañado por un salto triple que me da el corazón. La tonta estaba echada en el suelo a lado de la cama, encogida como si de un felino friolento que se muere de ganas de dormir en la cama. Ella regresa su mirada a mí y le escucho una pequeña exaltación… le miró, frunció el ceño y por un momento pensé en recriminarle que estaba haciendo echada sobre el frio suelo y que se iba a enfermar, acompañado por un largo jalón de mejillas que le dolería una semana, estiro la mano para dar por cumplidos mis pensamientos y como si se esperase lo que iba a hacer, cierra sus ojos con fuerza. No atine a hacer más que poner mi mano sobre su cabello y acariciar su cabeza haciéndole moverla de un lado a otro, abrió sus ojos, me miro con ojos que bien tenían el brillo de un conejo friolento abandonado que suplicaba le cargasen.
Me acomodo en la cama, me tapo –sube de una vez, te vas a enfermar- y ni bien me termino de echar, ya había saltado sobre la cama y se había envuelto entre las sabanas y acurrucado contra mi espalda, helándome –A-aléjate un poco mujer, que estas helada- de solo escucharme, oigo su puchero por recriminarle… sencillamente, no puedo contra eso. Yo, me he dejado vencer por el más antiguo de los trucos, el pucherito que hacen con los ojos, jalando la ropa y pidiendo, ¨solo esta vez ¿si?¨-U-uhm… ya pero solo esta vez-, ni yo mismo creo mis palabras, pero realmente no me importa, ya que aunque sus palmas estén heladas, y la razón por la que le quería aquí era para ocupar ese espacio, aun así, siento que si no estuviese aquí, respirándome sobre la oreja, enfriándome la espalda y escuchando ese incomodo y enviciante silbido de su respiración, dudo que el golpetear de mi pecho me deje dormir… que irónico, estoy deseando que alguien respire mi aire y me apriete el cuello entre pesadillas para poder dormir, aun así, aunque esta fuese algún timo del destino, pues, sería el hombre timado con los mejores sueños del mundo ¿no? Y si no… realmente no me importa si alguien tiene mejores sueños que yo, porque sé que la misma persona no le esta abrazando en este momento… |