Y por que en aquella cálida noche quien único brillaba opacamente eras tú.
Transformarme en tu estrella fantasma era tu fin.
Mendigo, solitario cuerpo celeste de espíritu silencioso,
caminas mis senderos buscando alimentarte de mi tristeza.
Mi destino en un instante me obligo a pensar en ti.
Y llore largas lagrimas, hilos color de plata
que transitaron, mi interior, mi brillo, mi única esencia.
Sedentandote con mi casta luz, en aquel cielo, espacio infinito, permanecí,
arropada por tu manto de perlas, larga vida,
vasta noche, hasta que nada tuvo sentido.
Hasta la Luna fue testigo de todo el amor que te entregue;
así forre tu oscuro cielo de escarcha.

Brille y llore para que tu luz nunca apagara.

Y brille y llore…