No es preciso decirte que te quiero y hundirme en este fango que arrebata las ganas insaciables de tocar el fino terciopelo de tu espalda. No es que quiera vivir en tu recuerdo cuando la noche falte en la morada y si no soy presente en este cuento mis versos lo seràn cuando me vaya. Cuando llegue el ocaso de este encuentro y nuestras miradas dejen de buscarse seremos sombras y no cuerpos difuminadas con la luz de la mañana.
Texto agregado el 22-08-2009, y leído por 75 visitantes. (0 votos)