Inocuo, transparente, etéreo.

El mundo se va, lejos de mí. Vuelo en una nube azul, suave, dormida. Me lleva al interior de mí mismo. Ya no sé que es realidad y qué es un sueño. No recuerdo nada... los recuerdos no pueblan mi soledad. La hacen más profunda. Aunque parezca tranquilo, se me cae encima el techo, el miedo y todo, todo lo demás. Estoy a punto de gritar.

Me desespera lo vacío que parece mi alrededor... Cómo puede la verdad ser tan dolorosa? Por qué cuando quiero dormir y nunca despertarme, el sueño y la noche se empiezan a acabar? Nunca antes había sentido esto... una absoluta falta de sentimientos. Nunca había sentido la desesperación que encarna el perder la ilusión.

Estoy consumiendome en las llamas de un infierno en el que no sé soñar. Las cadenas y los barrotes han terminado por aburrirme. Soñé que estaba menos solo. Los espasmos y el sudor me recuerdan que no puedo vivir en un sueño. Soñé que te encontraba, entre las calles. El ahogo me recuerda que no sé partir.

No hay destrucción si cerramos con llave, no hay sino música en mi corazón. Me siento como un niño perdido en una gran ciudad. Me hace falta a quien asirme... me falta su seguridad. No hay quien me sostenga el corazón mientras salgo a luchar.

Me emborracho con fantasmas y no me producen nada. Me lanzo en busca de la cordura y no me encuentro con más que un amor que no me encuentra a mí. El nivel del suelo está cada vez más cerca y no me puedo levantar. O será que no quiero?

La soledad es un buen sitio para ir, pero no para quedarse. Y menos para enamorarse.

Qué pasó con el poeta? Qué pasó con su sonrisa? Será que Melpóneme se cansó de relatar penurias a este corazón? Ya no importa si me caigo, como no importa si me vuelvo a levantar. Qué debe hacer un hombre cuando quejarse de su vida le aburre tanto como disfrutarla?