Era especial, siempre fue la mejor de todas, estudiaba sin parar, era tenaz, generosa, amable y bondadosa, era la más bella, poseía un perfume inigualable que encantaba a todas las demás especies de la tierra.
Desde pequeña sabía que deseaba, amaba ayudar a las demás plantas por lo que anhelaba con toda su alma convertirse en doctora y con ese perfume encantador sanar a todos los demás, la orquídea trabajaba para conseguir sus objetivos pero la vida no le permitió lograr esa meta... su padre el pino y su madre la rosa no podían cubrir esos gastos, la orquídea entristeció pero era demasiado fuerte para dejarse vencer tan fácilmente, decidió entonces convertirse en contadora, así ayudaría a todas las plantas a mantener todas las cuentas claras y a que no le robaran su dinero nunca, así fue... La orquídea estaba profundamente enamorada de un pequeño arbusto pero ese arbusto era demasiado insulso, nunca quiso arriesgarse por lo que la pobre orquídea decidió continuar su camino, años después se casó con un exitoso árbol que era abogado, fue feliz por algún tiempo pero luego la orquídea nuevamente entristeció al enterarse de que ese árbol frondoso y fiel no era más que un farsante y charlatán que le llenó sus lindos pétalos de mentiras y engaños. Los pétalos de la orquídea comenzaron a marchitarse lentamente y su perfume encantador inició a desvanecer pausadamente, el árbol buscabas tácticas para reconciliarse con ella, la orquídea era astuta pero volvía a caer en sus trampas ya que era muy joven, transcurrieron los años y la orquídea se mantenía con ese juego con el árbol, tuvo un árbol hijo y dos orquídeas. Era sumamente feliz con sus hijos, pero la orquídea se agotaba de vez en cuando porque también tenía bajo su responsabilidad a su madre la rosa, su padre el pino, su hermana la orquídea mayor, y sus otros hermanos fitoplánctones, estos últimos no hacían más que dar problemas una y otra vez. La orquídea se sentía feliz, era la mejor madre orquídea del mundo, pero estaba agotada, le había servido por años a toda su familia, a pesar de que era una de las menores tenía que tener el control de todo, si ella no realizaba algún movimiento, los demás miembros se quedaban totalmente inmóviles, era como el motor de un carro. Los años siguieron transcurrieron, sus hijos fueron creciendo, todos se hicieron más mayores y aún así la orquídea continuaba cesante en su fatigada vida de madre, hija, hermana, esposa y amiga. Un milagro llegó a su vida y la orquídea por fin pudo divorciarse de ese árbol mentiroso, sin embargo su vida permanecía atrofiada con tantas cargas y ella se desvanecía cada vez más y más, su perfume encantador fue agotándose día tras día, ese perfume que la hacía fuerte, invulnerable y pacífica, llegó un punto en que la orquídea no pudo más y comenzó a explotar, aunque no del todo… hoy en día esa orquídea sigue hermosa como siempre lo ha sido, aún posee esa magia encantadora, pero sin embargo, el perfume que la hacía fuerte y sosiega, su misma familia se lo ha ido derramando a través de los años poco a poco, quedándole a penas pequeñas gotitas.
La orquídea espera que su cruz termine para poder descansar… sabe que no todo dura para siempre…
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