El clamor del pueblo

En que momento de la historia de la humanidad, nuestras existencias se descolgaron de la mano milagrosa que nos sostenla, en qué momento fuimos lanzados al aire sin ningún salvavidas? Allí forzosamente fuimos obligados a sobrevivir. Algunos han podido sobrellevar mejor esta situación pero otros los más débiles, han llorado por siglos la inmensa soledad que siente su corazón, aforrándose a cualquier indicio de ayuda que se le presente. Desde ahí viene la triste y desesperada forma de vivir, violenta, anestésica, baja autoestima, carencia de afecto, sensación de soledad, contradicciones, inseguridad, timidez; así nos movemos y nos relacionamos con nuestros pares. Después viene el abuso del poder, las discriminaciones de todo tipo, la vejación, el resentimiento y la venganza.
Se sufre y mucho, se clama afecto, se suplica reciprocidad. Por eso lean bien queridos humanos, de esencia somos todos buenos y sanos mental y psicológicamente, pero como en el camino se inventaron las guerras, la bomba atómica, el reinado, etc. Nos fuimos contagiándonos de esta enfermedad. En el camino hay personas que han querido despertar y ayudan desesperadamente para salvar a la humanidad. Han dado todo lo que tienen y han quedado en deuda con ellos mismos, pero mantienen la esperanza de volver a ver a las personas reír, gozar y de que amen sin sufrir.
Esta alocada forma de vivir provoca esta forma de moverse por el mundo. Se llora mucho, hay muchos temores que se agudizan a medida que pasan los años. El amor se ha convertido en encantamiento mal entendido y termina en separaciones, incomprensiones, cuchillos clavados en la mitad del corazón. La justicia esta extraña, se violan a los niños, comienza la violencia intrafamiliar, aumentan los suicidios, se desarrolla el cáncer, la depresión y todo lo que atente a la vida humana. Y entonces cual será el remedio a esta crisis? declaro que necesitamos volver a nuestro origen, a enfocar bien de dónde procedemos, entender los problemas de raíz, de acercarse al otro sin expectativas, aceptándolo tal cual es, es escuchar lo profundo de los sentimientos del corazón, estudiar paso a paso nuestra propia historia para descubrir en qué momento nos fuimos sintiendo abandonados. Hay que ubicar un guía interno que nos haga sentir acompañados. Aprender a ver lo que nos quiere decir el sol, la luna y las estrellas, a percibir el viento que sopla o el sonido del mar, a no interpretar, solo ver lo luminoso que es la mirada de el o ella, de sentir y parir, de agradecer y lograr la "superación del sufrimiento" “no eres un bólido que cae, sino una brillante saeta que va por el cielo".
El remedio es amar la realidad que se construye y sentirse el protagonista de tu historia, diseñando un final feliz. Entonces al final de nuestras vidas podemos vernos en el cese de nuestra vida con un rostro sereno pero inmóvil, pero nuestras almas viajando hacia la ciudad de la luz y encontrar al final, nuevamente esa mano bendita que nos sostenía y que nos dejó caer en algún momento para descubrir los misterios de la vida terrenal.


Marianela La escritora Zamora