Son las tres de la madrugada. En la calle hace frío, demasiado para ser otoño; quizás el invierno se acerque. No pasan coches, no pasa nadie, salvo él. Un vagabundo [Aparece caminando lentamente]. A diario se arrodilla ante la ciudad que le vio nacer y que ahora le quiere matar. Ésta, en ocasiones, le da dinero. Hoy no. El anciano de 40 años, el abuelo sin nietos, caminaba enfurecido [Patea una papelera, con frustración], porque un delincuente le robó. Con el dinero que ganó en la tarde, decide ir a un bar. [Hablando solo, ante la mirada atónita de los transeúntes que doblaban la esquina.]
[Entra en el bar y dice el camarero:]
CAMARERO(C): -Hola. ¿Qué te pongo?
VAGABUNDO(V): -Una cerveza.
[El camarero sirve la cerveza]
Una vez servida, el vagabundo se la traga en cuestión de uno o dos minutos.
V: -Eh! Chaval! Ponme otra. [Con chulería]
C: -A manda. [Va a por otra cerveza con mucha naturalidad y comodidad]
La historia se repite en cinco o seis ocasiones. El vagabundo se comienza a tambalear y decide pedir una más:
C: -¿No crees que han sido suficientes? [Cara de preocupación y superioridad]
V: -Cuando lo crea te avisaré. Haz tu trabajo. [Con mala pronunciación, tambaleando su tronco]
C: -Hablaré con mi jefe.
El camarero se va a preguntarle a su jefe:
C: -Disculpa. ¿Ves ese señor de la barra? [Le señala] -El jefe abre los ojos sorprendido.- Se ha bebido demasiadas cervezas, lleva siete y me pidió la octava. Está un poco borracho y por sus pintas y su forma de hablar es posible que al final acabe peleándose con alguien.
JEFE(J): -No le des ni una cerveza más. Es más, pídele que te pague y que se vaya. [En tono de enfado y agresivo]
C: -Pero yo tampoco quiero echarlo del local. Nunca lo hice y me da un poco de reparo. [Cara de circunstancias]
J: -Te estoy diciendo que lo eches. No es tan complicado. Sólo es un viejo borracho. [Le golpea con la mano en el pecho en señal de desprecio]
El camarero, con su mejor cara va junto del vagabundo:
C: -Disculpa, pero mi jefe me ha pedido que abonaras lo que debes y que te marchases.
V: -¿¡Cómo!? No pienso hacer eso. No tiene motivos para echarme. Si lo hace le mataré. Sé que dan de comer en la cárcel y por mi vida puedo hacer cualquier locura. Haz el favor de ponerme otra birra y tengamos la noche en paz. [Ahora se mantiene más erguido aunque sigue pronunciando con algo de dificultad]
El joven camarero, al ver la reacción del vagabundo, termina por servirle otra caña y acude de nuevo a su jefe:
C: -Señor. Este hombre no está bien. Amenazó con matarte si lo echabas. Dijo que por su vida haría lo que fuese. No sé. Ni que se le hubiera perdido algo aquí. Es la primera vez que viene... [Rostro asustado mientras se encoge de hombros]
J: -Joder, lo que es capaz de hacer una mierda de pobre por orgullo. Dile que o se larga o llamo a la policía. Nadie estará de su parte. [Con cara de desprecio]
C: -¿De su parte? Creo que hay algo que no entiendo.
J: -¡No entiendes porque no te importa! Haz tu trabajo bien de una vez. Demuestra que eres un hombre, cóbrale y lárgalo.
C: -Vale.
El camarero llega a la barra:
V: -¿Que? ¿Sigue queriendo que me vaya?
C: -Sí, y va a ser mejor que lo hagas, sino llamará a la policía.
V: -¿A la policía? Pues que lo haga. Esta vez el pez pequeño se comerá al grande.
C: -Lo siento señor. No sé qué tenéis entre vosotros pero yo no tengo nada que ver y la verdad, preferiría que se marchase porque no me gustaría que hubiera problemas. [Sitúa las palmas de sus manos hacia abajo en señal de tranquilidad mientras habla en un tono sosegado]
V: -Te entiendo chico, te entiendo. [Pestañeo largo en señal de comprensión] La bondad me hizo tonto, y la tontería pobre. Esta vez me iré pero no te pienso pagar. Es más, si quieres que no haya problemas, dame más cervezas y esa botella de ahí. [Se levanta y le señala las bebidas] Si quieres dile a tu jefe que te amenacé con matarte. Y de paso le dices que como vuelva a robar a un pobre, le quemaré el bar con él dentro. [Se enfurece un poco aunque logra tranquilizarse de nuevo]
C: -De acuerdo señor. [Cierra los ojos en señal de alivio]
Bebida a la mochila, saludo amable al camarero y escupitajo en la puerta. Si dominas el mundo, no robes al que domina la calle porque estás en tierra enemiga.
*Javier Santalices* |