La estación Los Héroes del metro de Santiago es una estación de combinación entre líneas, uno pasa de la línea cinco a la uno o viceversa , es curioso que después de treinta años aún no exista una línea dos, El punto es que a las ocho de la mañana está atochada de gente, esto en el andén que va hacia la estación Escuela Militar en el sector oriente de Santiago que es a donde se dirige la mayor parte de la población a trabajar, porque en el andén con dirección poniente hacia la estación San Pablo apenas unos pocos pasajeros esperan la llegada del desocupado tren.
David decidió entonces cambiar de andén para abordar el metro hacia San Pablo, esperó tres minutos y viajó sentado. Cuando llegó a la estación terminal volvió a cambiar de andén y se sentó tranquilamente en el primer carro, era preferible tardar diez minutos y viajar sentado, antes que ir apretado como sardinas, se dijo, mientras el tren avanzaba por el túnel bajo la ciudad de Santiago. Cuando llevaba recién tres estaciones de recorrido una mujer con un bebé en brazos se paró justo a su lado, pensó en mirar hacia fuera, luego pensó también hacerse el dormido pero no pudo, la pesada carga de años de enseñanzas y buenas costumbres sobre su conciencia pudo más y parándose le dijo a la mujer – por favor, tome asiento - .
Terminó como muchos viajando apretado y pensando >.
Pensando en como plasmar en un cuento urbano este episodio, se dio a la tarea de ordenar las ideas mientras subían más de lo que bajaban pasajeros, por lo tanto en cada parada quedaban más apretados, de pronto el teléfono celular en el bolsillo de su pantalón comenzó a vibrar, (le gustaba usar el vibrador más que los ring tong ) pero no lograba llegar a él pues el muslo de una mujer le comprimía su pierna, David pensó >. Se sonrió con la ocurrencia y se dijo para sí – Señorita, no es lo que usted cree, esa cosa dura que vibra es mi teléfono, que más quisiera yo que me llegara hasta ahí mi compañero de vida -. No pudo evitar una pequeña carcajada, de pronto volvió a la realidad justo cuando se cerraban las puertas del tren dejando atrás la estación Pedro de Valdivia, como tantas veces se había pasado de largo.
|