Bueno, yo, para que veas, no me puedo pasar un día sin tomar mi jugo con antioxidantes, querida. Yo pienso que vos deberías hacer alguna cosita, mirá esas uñas, el pelo, mirá tu piel, un horror esa piel. Yo te digo lo que haría yo. Yo que vos empiezo por una crema divina que yo uso que te sirve tanto para las manos como para el cuello y que viene con un complejo multivitamínico genial pero genial, genial, Ana María. Vos servime el postre, mientras. Sabés qué, no me pongas de esa salsa de fresa que hiciste porque otra vez te olvidaste de colarle las semillitas, mi alma. Poneme así y listo, está bien, no te hagas mala sangre. Ana María vos podrías comprarte esta crema que yo te digo, vas a ver cómo repuntamos. Ay, dios mío, otra vez el nene llorando. Ana María ¿se puede saber si era necesario que Norita dejara a la criatura sin leche desde tan temprano? Porque no se le van a caer las tetas por amamantarlo, mi vida. Esta yegua es así para todo. Te desteta al nene y se va por ahí, te lo enchufa llorando a gritos pelados. Dios mío. Más té, Ana María. |