No es la primera vez que estoy aquí. Sus palabras y el modo de pronunciarlas es exactamente el mismo, sus ojos me miran con un tanto de rabia y muchas ganas de esperar una respuesta, a veces los cierra para calmarse y a veces los abre tanto que podrían salir de su cara. Pero no puedo reaccionar a eso, porque no es la única vez que ha pasado esto.

No entiendo una palabra de lo que dice y no la recuerdo de otro modo que no sea este. Desconozco cómo es su cuerpo bajo la ropa, pero ella claramente estuvo conmigo y desea alejarse.

Ciertos ademanes de su cuerpo me recuerdan que esta es la parte en que ella se impacienta y se levanta de la cama.

Sus ojos se enrojecen mientras se esfuerza en no llorar, alcanza su bolso, mete en él lo que le pertenece de esta habitación y se va.

Yo demoro en levantarme. La escena se repite tanto que no me tomo la molestia de hacer algo al respecto, nada como una rutina para acabar con todo. Camino hacia la puerta con el deseo de ver si ella sigue a la entrada, pero al igual que en todas las otras ocasiones, no hay nada detrás de la puerta.

No hay un mundo fuera de la habitación, es probable que lleve mucho tiempo sin haberlo; por lo poco que sé, pude haber pasado toda mi existencia en este mismo lugar. Es posible que haya nacido en el montoncito de ropa que puede verse a la entrada del baño. Todo es igual, pero sólo hasta cierto punto. Los objetos están cambiando constantemente, de color, de tamaño, de ubicación. A veces tengo barba, otras veces mi cabello está desordenado, en ocasiones estoy vestido.

Hay algo más que no es igual: La escena se repite menos.

El tiempo pasa de manera extraña y siento que cada vez es más difícil este cuchitril. Hay menos cosas, menos detalles y menos de mí para ver. Siento que desaparezco y una vez más estoy en la cama, repitiendo la escena. Sé que no quedan muchas de esas escenas por repetir. Sus visitas son cada vez menos frecuentes.

Sus palabras y el modo de pronunciarlas es exactamente el mismo, sus ojos me miran con un tanto de rabia y muchas ganas de esperar una respuesta, a veces los cierra para calmarse y a veces los abre tanto que podrían salir de su cara. Su cabello le cae sobre los ojos y yo me encuentro tan desesperado que me siento en la cama y trato de besarla. Sus labios se cierran ante mi intento, me empuja, pero sus brazos no pueden alejarme, la beso otra vez, y mueve la cabeza para alejarse, la beso de nuevo en cualquier parte del rostro que logro acercar a mí y ella duda. Me besa.

Después del beso, ella se levanta de la cama para irse, no trata de llorar, no busca lo que le pertenecía en la habitación y se aleja un poco confundida rumbo a la puerta. Me levanto y me acerco a ella. Cuando cruza la puerta, salimos juntos.