Las paredes se retuercen en silencio, escupiendo retazos de un sueño ocurrido hace siglos.
Ecos disonantes rebotan en los mutantes muros y me confunden en un arrebatado frenesí de significados.
Soy un maldito libertino que deambula por este laberinto de cambiantes formas.
No hay manera de salir, no hay principio ni fin, ni centro ni periferia.
Lo que es un pasillo se transforma en un amplio espacio de sinuosas formas que repentinamente vienen hacia mí.
Mis manos se aferran a lo imposible, no soy más que un doloroso recuerdo de algo que fui.
Arrastrado y en harapos quiero mas no sea tener un norte hacia donde ir.
Sueño.
Estoy en los confines de mi mente donde habita lo imposible, un tesoro de inconmensurables dimensiones. Indecible palabra que todo lo significa. El símbolo de todo, donde todas las palabras coinciden en un punto. Otro aleph. Zona borgeana del cerebro. Frontera de lo difuso. Dominios de nuestros propios dioses. Allí donde habitan Aquellos.
Pienso y luego olvido, y cada palabra desechada es esa pared derruida y deformada que puebla este confuso paraje.
Ahora comprendo.
Mi sueño es la realidad de un enfermo que habita un neuropsiquiatrico, todos los sueños de hecho los son. Realidad deformada de un demente que intenta reconstruir su realidad
Sueños que atormentan, realidad que desconcierta.
Ambos, locos y soñadores habitando un mismo laberinto.

AZM
MMIX