Recuerdo que sucedió mas o menos hace seis meses, fue casualidad el encontrarme en ese lugar. Estaba yo presto a almorzar con mi bandeja en la mano buscando una mesa desocupada, cuando la vi. Al principio no creí que fuera ella, no me acerqué sino que espié desde lejos. Mi ubicación era privilegiada estaba detrás de una gigantesca planta de adorno, lo cual me permitía ,mirar sin ser detectado.
Ella estaba sentada de espaldas a mi con una bandeja y de pronto apareció él... Mi primera reacción fue de pararme e ir donde ella, pero una extraña fuerza me retuvo clavado a mi asiento, el calor que me subió hasta el rostro se disipó en instantes y me quedé mirando, conversaban, reían, él a ratos le tomaba las manos y hasta tuvo la osadía de besárselas y jugar con su pelo, típico de cuando nos queremos hacer los lindos frente a una mujer con clara intención de seducirla, claro y lo hacía bien, el problema es que era a mi mujer a quien intentaba seducir.
Cuando llegué a casa por la noche, no dije nada alusivo al día, no traté de indagar si había salido, ¿para que? Bien sabía yo que si, intente ver si se producía algún cambio en ella en su comportamiento, pero nada, igual de cariñosa, igual de agradable, nada había cambiado, pero en realidad todo había cambiado.
Adquirí la costumbre de llamarla por teléfono cuando no iría a almorzar a la casa y a decirle cuando llegaría tarde, no para pillarla “in fraganti “, sino mas bien para que se sintiera con la libertad de salir,(a encontrarse con su “amigo”). Por mi parte me habitué a espiarla desde lejos, siempre se juntaban en el mismo sitio, así es que no era difícil hacerlo. Llegó un día en que salieron juntos del centro comercial, hasta ese día ella siempre salía sola y él se quedaba tomando un café después de conversar por largo rato. Los seguí, me subí a mi auto y fui lento tras ellos, tomaron la autopista, eran la 14 hrs, enfilaron hacía el sur y luego de un corto recorrido entró el vehículo en un Motel a las afueras de la ciudad. En cierto modo yo sabía a donde iban, entré a los minutos también al motel, solo, encontré el auto de ellos y ocupé la cabaña del lado y esperé, encendí el canal de música, prendí un cigarrillo esperé y esperé, de pronto creí oír algo, agucé mi oído y... sí..efectivamente... ahora me llagaba claro, desde la cabaña vecina los gemidos entrecortados de una mujer....de mi mujer...en esos momentos la mujer de él. Pasaron no sé 30, 40 o 60 minutos y salí del recinto. Me encaminé a la ciudad pues aún me quedaba trabajo por realizar.
Ese día antes de llegar a casa, estaba nervioso, recuerdo que me demoré mas que los otros días en bajar del auto, luego entré y ella se acercó a mí, cariñosa como siempre, atenta e interesada en como había estado mi día, le conté escuetamente lo hecho y me dieron unos deseos locos por preguntarle a ella, como fue su día, pero me contuve y lo dejé pasar.
Si.... ya se que cualquiera dirá, este tipo es un Hüevón...un cornudo...un estúpido. Pero en realidad pensándolo bien, nada cambió desde ese día.....bueno sí cambió....estamos más unidos la pasamos de puta madre... es más, yo diría que nuestra relación ha mejorado una enormidad, ya no es rutinaria, está llena de amor. Estoy viviendo una segunda Luna de Miel, me encanta llegar a mi casa y verla, sentir su suave piel bajo mis manos, besarla y hacerle el amor, sentirla estremecerse entre mis brazos.
Que más puedo pedir, todo está bien.
No hay jaquecas, no hay sueño repentino solo hay una intensa pasión y eso después de veinte años de matrimonio no es poco. Nunca lo había pensado, no sabía como reaccionaría ante algo semejante, y ya ven... creo que fue la reacción acertada, otra...probablemente nos tendría infelices a los tres.
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