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LA PRINCESA DE HODSON STREET

Teresa era una niñita preciosa, muy dulce de unos ocho años. Vivía con sus padres en una acogedora casita en Hodson Street, un barrio privado de Londres. Tenía una linda habitación de color rosa, un fox terrier llamado Max y una vida feliz como todas las niñas. Bueno, no tan como todas. De pequeña se vio afectada por una enfermedad y solo podía moverse en muletas. Pese a eso, iba a un colegio normal y aunque no todas las niñas eran como ella, tenía incontables amigas. Sobre todo una niña llamada Bessie, a quien adoraba.

Lo cierto es que Teresa dibujaba muy bien. Una vez, su amiga Bessie fue a su casa y Teresa le mostró los dibujos que colgaban de la pared de su habitación. Bessie se quedó asombrada por lo que vio. En los dibujos Teresa saltaba vallas, la cuerda, bailaba y se hamacaba en el parque, entre otros.

-Pero Teresa, tú no puedes hacer todo eso ¿verdad? -dijo con miedo a ofenderla.

Entonces su amiga estalló en sollozos. Bessie le alcanzó un pañuelo, y cuando Teresa se hubo recuperado, sonrió.

-Ya sé que mis piernas no pueden –dijo con leve tristeza, -pero cuando me siento triste por eso, me pongo a soñar que sí. De ese modo, por más que en este mundo sea imposible, yo sé que en algún remoto punto del tiempo y el espacio puedo ser como las demás. Entonces puedo dibujarlo tranquilamente.

Bessie se asombró por las palabras de Teresa... Esa misma noche, soñó que podía volar hasta la luna y luego caer en una nube de algodón de azúcar. Cuando se despertó, se puso a dibujarlo. Después de todo “en algún remoto lugar del tiempo y el espacio eso existe...” Y todo lo que existe
merece ser dibujado ¿verdad?

A esas mismas horas, Teresa soñaba que era una princesa y podía atravesar mundos llenos de príncipes, hadas y tesoros con tan solo unas palabras. Que se prendía de una semilla de diente de león y volaba con el viento hasta tierras lejanas donde todo era de rubíes, que cuando volvía a caer a tierra caía en las fauces de un dragón y su príncipe venía a rescatarla. Abrió los ojos y esperó estar volando, pero se encontró en una cama de plumas con una lámpara y un par de muletas al lado. Su habitación. Tenía mucho sueño, así que
cerró los ojos y volvió a dormir.

Al día siguiente, al volver de la escuela, se puso a dibujar su sueño con tal exactitud que parecía estarlo viendo. Cuando su madre la llamó a tomar el té, se asombró por los dibujos de su hija. Teresa la miró y le dijo:

-Esto es lo que soñé anoche, mami, y ahora quiero que sea más que un sueño, que sea real. Mamá, yo quiero ser una princesa, ¿cuándo podré serlo?

A su madre le saltaron las lágrimas.

-Tu ya eres una princesa, cariño –dijo dándole un beso- eres mi princesa y quiero que sepas que pase lo que pase, mami te quiere muchísimo y siempre vela por ti.

-Pero no siempre puedo ser una princesa- se desilusionó Teresa, -porque a veces los niños malos se burlan de mí. Y yo pienso que así como soy, no puedo ser una princesa, pues las princesas son rubias, perfectas y encantan con su baile a las multitudes. Yo tengo pecas, soy pelirroja y no puedo bailar.

¿Sabes qué?- sonrió su madre. –Tú puedes ser una princesa genial. Lo único que te impide ser una princesa perfecta es que no puedes usar vestidos muy largos pues las muletas se te enredarían en él.

-¡Jajajajajajaja! –se rió Teresa. –Tienes razón. Quizás algún día sea una princesa. Ahora vamos de una vez por todas a tomar el té que me muero de
hambre.

Y muerta de risa, la mujer alzó a Teresa y juntas bajaron al jardín.

Lo que no sabían, era que un petirrojo estaba mirando por la ventana. El ave sonrió y salió piando por toda la ciudad.

-¡Pío, pío pío!- cantaba. - ¡Extra! ¡Extra! ¡Gran novedad! ¡La niña de la casa número veintisiete ha sido declarada princesa de Hodson Street! ¡Pío pío! ¡Honores a Su Alteza que está tomando el té!

Y desde ese día, no se cansa de pregonar a la joven princesa que ni siquiera puede caminar, pero que en su corazón tiene toneladas de alegría para repartir a todos los que lean esta historia.

Que bello sería si algun día pasara el petirrojo por vuestras ventanas y puedan oír sus trinos, ¿o acaso no es así?

Texto agregado el 18-08-2009, y leído por 62 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
18-08-2009 Es decente. Pienso que la interrogante "¿verdad?" en la expresión "Y todo lo que existe merece ser dibujado ¿verdad?" intenta condicionar al lector hacia la opinión del autor. Mork
 
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