LOS OJOS DE NIÑO



De paseo con los nietos, las preguntas que formulan nos obligan a respuestas que lo inviten a soñar.
—El universo empieza y termina en tus ojos —le dije a mi nieto— ¿Qué ves en la plaza? —interrumpe el juego, me mira a la cara y responde al toque, lo que pregunté.
—Veo un jardín repleto de flores, de muchos colores, con aroma a rosas, violeta y jazmín. Todo entremezclado con las margaritas, el duraznero, el naranjo y el ciruelo en flor. También mariposas inquietas volando, espérame un poco, una te traeré. Lo freno en seguida.
—Déjalas que vuelen y verás que pronto en qué flor se posan para descansar. ¿Y qué otras cosas estás viendo?
—Un campo muy grande con cardos floridos, lejos las montañas cubiertas de nieve y también un pájaro ¡OH… que grande es! Si lo vieras abu, se desplaza raudo con enormes alas, es tan majestuoso en su suave andar. Se detiene en lo alto de aquel pico nevado, parece que anida en su trono real. El deshielo empieza, ha salido el sol, el agua que cae canta en esos riscos, ¿Adónde se ira?
—Va buscando el cause que la lleva al río y cuando lo encuentre, desembocará en el mar.
—¡Ay que hermoso ha sido el paseo Abu, gracias por traerme, no lo he de olvidar!
—No es nada mí ´hijo, y recuerde esto, cuando sea grande y yo ya no esté, todo ese universo que has visto de niño, nunca se termina siempre se renueva y vuelve a nacer.