Los golpes fuero internos, no hay huellas del dolor provocado, decía el informe.
El adn hallado es solo el de la víctima.
Los peritos cotejaron toda la extensión del cuerpo del delito, y nada, nada de nada.
Del lugar donde planificaron el crimen se sabe poco, pudo ser cerca del agua en el centro de la ciudad entre edificios de ladrillos a la vista, antiguos depósitos de cereales, y ahora devenidos en refugios de snobs. Tal vez en la avenida Belgrano al 700, o en el barrio de Monserrat en algún aguantadero; también hay serias presunciones de que fuera en algún otro barrio, tal vez San Telmo; este lugar se ha incluido en la búsqueda de datos, ya que se ha podido establecer que resulta un lugar habitual de uno de los sospechosos; pero la incerteza es demasiada, se despliegan sendas notas sobre toda la ciudad inclusive el barrio chino de Palermo.
No hay nombres, no hay muestras papilares, no hay testigos idóneos y desinteresados; es todo de un hermetismo inusual, convirtiendo a este crimen en un verdadero caso de laboratorio .
No se ha podido establecer el móvil, aunque dada la falta de datos, se estima que se trata de autores muy influyentes y poderosos a quienes alguien protege. Tampoco se sabe de la metodología, y la propia víctima se encuentra desorientada, solo a veces, a veces, en sueños puede ver lo ocurrido, pero eso no sirve como prueba, y solo se queda sin saber a quien echarle la culpa.
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