pasaba volando la abeja, llendo de tiempo en tiempo, llendo como de flor en flor. la abeja se paró en una ventana, una ventana que daba a una casa vacía, luminosa y de paredes blancas. entró por la venta y ya era invierno, la tierra húmeda y las manos calentadas al vapor del café, hablaban dos hermanos, discutían, discurrían, a veces peleaban. ya tomaba agua en la cocina, cuando todos ya se habían ido, y la casa estaba nuevamente desocupada, nuavemente luminosa y de paredes blancas. en el sueño de abeja, creyó despertar un hombre, escuchando la lluvía correr por su ventana, miró al suelo, y vio su cuarto desparramado. por alguna razón recordaba ese mantra de los historiadores: que sin recuerdo en la vida se anda a ciegas. cerró los ojos, y disfruto un poco del sonido de las gotas chocar contra el tejado.
y ya en nada volvió a roncar |