Con dolor de pies, cansado y anhelando la paz de mí hogar y la compañia de la familia entro y veo a Ellsa mí mujer, tumbada sobre el sofá, acompañada de la pequeña Paty. La veo acogojada y me inquieto, simulando tranquilidad, la saludo y la miro. Su mejillas enrojecidas por un desfile de lágrimas. Inquieto la interrumpo: -Eli, mí amor.¿ Qué pasa? Habla por favor.
Entre sollozos intenta contarme;
-Chago querido, nuestra hija Nury no está de promotora en esa tienda, nos mintió.
Solloza con desesperación. Yo me callo, me muerdo la lengua pensando como vamos a salvar a nuestra niña.
-Vamos, explícate, por Dios.
La conduzco a nuestra habitación y nos sigue la Paty. El televisor proyecta ese chabacano programa de muchacitos de ambos sexos casi desnudos, pantomimeando que bailan. Y Paty llama y dice que ahí están otra vez:- Mira papi, mami mira.
No quiero creer lo que veo en la pantalla, mí vestimenta apreta mi cuerpo. Nuestra hija casi desnuda, haciendo un baile del infierno, mostrándo su culo brillante agitándose exageradamente como el resto de las niñas.
- Que verguenza, desvestida. Mostrando su culillo sin pudor.
-No mami, si tiene un calzón chiquitito por delante y un hilito por atrás. Esos que venden en la Feria, mami, los colales.
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