Para narrar algunas historias es necesario que saber el final de antemano. Eso le da cierta integridad a la historia, le regala la dignidad de la muerte.

Todo fin es una muerte, sea metáfora o no, cuando cuentas algo cuyo fin ya conoces, no puedes dudar en hacerle duelo.

Toda esta historia es sobre un final. Pero en ese momento, yo no lo sabía. Caminaba a una distancia prudente de ella. Evitando rozarla, evitando hablar.

Ninguno de los dos hablaba. Sus ojos miraban con una furia vacía al frente y sentía su rabia a pesar de la distancia entre nosotros. Le pregunté que pasaba. Nada.

Abrí otra vez la boca, pero volví a cerrarla al darme cuenta que no se detuvo.

Se sentó en la primera banca que encontró en el parque. Estiró su cuello y pude ver las lágrimas en su rostro, descendiendo como si fuesen trazos de acuarela sobre su piel. Su piel pálida como de muerto temblaba, presa de rabia que no estallaba.

Nunca entiendes nada. No sabes lo que siento.

No abro la boca. He aprendido a no hablar. Mantengo la vista en ella y espero que pueda ver que sufro con esto.

Sus ojos son tan grandes como la primera vez que la vi, la vista perdida hacia ningún lado, imaginando aquello que le gustaría que fuera parte de la realidad, elevada como por la droga psicodélica más fuerte que jamás han creado. Pero la expresión naturalmente es completamente distinta.

Dime algo. ¿Qué vas a hacer?

No sé.

¿No sé?

No tengo más que decir, todo aquello que siento no puedo expresarlo en palabras. Lo poco que veo en el futuro carece de cualquier luz. Ella enfurece y se levanta.

Adiós.

Camina tan rápido, que puedo imaginarla volando. No puedo mirar hacia ella, o intentar seguirla. Mi vista está nublada y estoy sentado sólo en una banca del parque. Pero tengo mi historia. Tengo todo aquello que he contado ahora.

Los recuerdos en común no pueden interesar al lector, porque no me conocen y no hay ninguna simpatía previa entre nosotros. No espero identificarme contigo ni sueño que te identifiques conmigo en aquello que sucedió antes de este momento que acabo de contar. Sólo tengo el final para ti. La canción del cisne.