tu cuerpo se dibuja en las sombras de mi noche; siento la brisa fría e imagino atávicas caricias que me diste en el ayer.
llevo en la boca clavado, punzante, ardiente, el sabor de un beso; mi recuerdo mas patente.
¡oh amada!., que lejos quedo nuestro idilio.
¡oh amada!, que solo y muerto me quedo yo.
embriagado estoy de tu perpetuo recuerdo, que me arremete, me perturba, y me castra la alegría de vivir.
grito por dentro ¡no!, me levanto, me doy fuerzas,me trago la sangre de esta herida y grito nuevamente ¡no!, y a viva voz repito ¡no!. un “no” seco, un “no” desgarrado, un “no”...
ese “no” que nos sale del fondo del corazón cuando sufrimos de desengaño.
íntimamente me aferro a esa tonta esperanza de ver tu figura alta y delgada entrar por esa puerta que corona mi soledad y luego corona mi fin y mi callado silencio.
no gano nada con llorar, ni gano nada al recordarte;no por mucho evocarte volverás a mi, te dí tus alas, y volaste de mi, te dí mi vida y muerto me quede sin ti,, que poco quedo de mi luego de tu partida, me hice tanto a ti que me olvide de un algo importante, me olvide de mi, olvide mi ser de hacer y gozar, me olvide de pensar y solo te ame, cuando desperté de mi locura me vi solo y al fin supe que no tenia nada. |