Camino como el fantasma que desaparece detràs de los pasos de aquellos que caminan, callan y luego hablan. Olvidan donde pisaron, pierden senderos que luego cubrimos por un velo y el llanto de la mujer perdida, suplica porque el sonido de aquellos pasos desnudos y frágiles, regresen y vuelvan a caminar. ¿Acaso todos eran fantasmas? ¿Acaso las palabras y tú somos pasos?; somos pasos renuentes, que se evanescen con el viento antes de crear un eco. Tacos, zapatos, chillan o crear un sonido estruendoso que se esparce por el corredor, por toda la casa, aquella cuadrada de techo circular, con cuatro esquinas vacías para que el viento salga y luego cante para producir un eco similar a aquellos pasos de intranseúntes de experiencias erradas, pasos que salen y entran de las habitaciones, siempre abiertas de esta casa. Todas se abren y luego se cierran para volverse abrir a otras realidades de mundos y sendos perdidos, que son vueltos a encontrar. “Los pasos son sonidos de las presencias que habitan en un tiempo” afirmó una mujer descalza que tenía miedo a viajar por el mar, sobre el azul de olvido, porque en el mar no se puede caminar. Aquellos seres cuya presencia deja de andar, se sienta y miran por el vacío de las esquinas como el viento gira, luego canta, cantan ellos y descansan cansados de andar. Pero otros, junto conmigo nos quedamos atrás y aprendemos a diferenciar los pasos y con miedo a andar, andamos descalzos para poder llevar aquello que otros dejaron atrás, el sonido de un paso renuente, sólo de esta forma podremos dejar de estar descalzos para poder empezar a caminar sobre aquello que llamamos realidad.
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