Mientras carolina dibujaba en su cuaderno de matemáticas, una profesora de la que ninguno se sabía el nombre hablaba con el tablero, quien tampoco mostraba gran interés en la clase pero estaba impedido de distraerse en algo mas divertido.
En su cuaderno carolina aprovechaba el tiempo formando y madurando sus sentimientos. Inocentes sentimientos que le exigían explorar ese deseo incontrolable de estar todo el tiempo junto a otra persona. El nombre del afortunado estaba junto al de carolina, enmarcados por un corazón digno de la delicadeza y estética femeninas.
Mientras carolina rodeaba con flores y palabras bonitas el entorno del que, de seguro, representaba su propio corazón, la maestra de matemáticas dejó copiada la tarea en el tablero. Pensando que la niña desperdiciaría su desarrollo y todas las experiencias que le esperaban haciendo las deprimentes tareas de matemáticas.
Carolina copió la tarea tan distraída que nada de lo que escribía tenía sentido. Al salir al descanso carolina se fue detrás del muchacho cuyo nombre coincidía con el escrito en la última hoja de su cuaderno de matemáticas. Jugaban con una pelota, y se arrojaban agua, mientras al tiempo jugaban con sus propios sentimientos. Las miradas tímidas de Calorina hacían actuar al joven un poco más loco de lo normal, y esto enamoraba más a Carolina.
Mientras esperaban al profesor en el salón de ciencias, Carolina aprendería una gran lección.
Cuando Carolina sacaba su cuaderno de ciencias, el cuaderno de matemáticas cayó al suelo abriéndose en la última hoja, mas no tardó mucho en estar siendo arrojado entre sus compañeros. Impedida de defenderse fue bombardeada con burlas y un coro desordenado y eufórico gritando: Carolina y Andrés son novios.
De pronto, Andrés se levantó como si estuviese siendo ofendido con las burlas, pero bastaba ver la hermosura de Carolina para darse cuenta que eran halagos. Mas Andrés, nervioso y dispuesto a librarse de las burlas bajo cualquier circunstancia, bombardeo a Carolina con insultos y humillaciones de tal manera que todos notaron que mas que no ser novios, parecía que la odiara con todo su corazón. Sin embargo mientras aun Andrés asustado arremetía con sus humillaciones a Carolina, entró el profesor de ciencias y todos fueron corriendo a sus puestos, dejando solo bolas de papel en el piso, un cuaderno maltratado y trozos de una hoja en la que se veían bonitas flores y segmentos de un corazón. Ah, y algo más, dejando un corazón de niña totalmente destrozado y humillado.
Carolina acababa de ser educada cruelmente por la maestra vida. Cuando la herida en su corazón sanase dejaría una dura cicatriz, que una a una formarían con el tiempo un duro escudo, un cajón de su lastimado corazón. Un escudo muy valioso que la prepararía para afrontar el resto de su vida, durante la cual su corazón sería lastimado muchas veces y con mucha más violencia.
Así es como una simple anécdota de niños, y muy común por cierto, es la manifestación de la sabiduría de la vida, quien prepara con paciencia y ternura a estos novatos para la dolorosa transformación del amor en interés. Carolina, aun una niña, no se imaginaba como esa horrible anécdota seria reducida a risas por los sufrimientos que le esperaban, pero así aprendería que el amor es un cuento de niños, y empezaría a enfrentarse con la dura realidad que le esperaba cuando fuese ya una mujer.
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