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Era el momento decisivo. Los dos gladiadores se habían preparado duramente para esta batalla.
Uno de los dos tendría que morir, y ninguno estaba dispuesto a dar su vida. Salieron los dos a la arena y empezó la ovación del público, un público sediento de sangre y violencia, expectantes del espectáculo que acostumbraban ver todos los domingos. Por un lado estaba el Gladiador Negro.
Era robusto, muy fornido y de gran talla, su armadura negra le daba un aspecto sanguinario y
despiadado, inspiraba temor y terror a cualquiera que lo viera, pero además su evidente fuerza descomunal le daba la confianza de una victoria segura. Por otro lado, estaba el Hombre Invencible. Era delgado y bien parecido, pero lo más hermoso era su armadura, la cual brillaba con los rayos del sol, dorada y acompañada de una hermosa capa roja. El Hombre Invencible era el gladiador más famoso. A pesar de su flácida figura había sido el sobreviviente de numerosas batallas, y sus oponentes estaban todos ya bajo tierra.
Las armas a escoger eran pocas. El Gladiador Negro se armo de dos puñales cortos, su destreza con estos se debía a que siempre los escogia para sus batallas. El Hombre Invencible se armó con una estaca muy bien afilada, pero no muy larga. Esta iba a ser una batalla de contacto y fricción, tendrían que buscar a su oponente y predominar sobre el, hasta darle muerte. Todo indicaba que el Gladiador Negro tenia ventaja, era muy fuerte y su oponente era flácido. Pero al empezar la batalla todo cambio. Con su pesado cuerpo el Gladiador Negro se abalanzó sobre el Hombre Invencible, sacó sus dos puñales y con gran furia los trató de clavar en el abdomen de su enemigo, pero este ágilmente esquivó el golpe fatal. Cuando el Gladiador Negro lo notó, ya era tarde, una estaca estaba clavada en su abdomen.
Pero, si esta estaca esta aquí – pensó el gladiador - el Hombre Invencible estará desarmado, y será fácil terminar con el.
El robusto Gladiador Negro se restableció rápidamente y se arrojó bestialmente sobre su
oponente, pero en respuesta otra estaca afilada lo penetró.
¿Como así?, eso es trampa – dijo el gladiador- ¿de donde ha sacado otra estaca?
Más nadie pareció escucharlo. Levantando su mirada, el robusto Gladiador vio como el público
entero ovacionaba y aplaudía al siempre victorioso Hombre Invencible, nadie reaccionaba frente al claro engaño, todos aplaudían. Entonces él comprendió que todos querían ver su muerte, ver a otra victima del Invencible, el espectáculo era ese. Se paró débilmente y dirigió su mirada al Invencible, quien ya tenía en sus manos otra estaca. Ya entendía porque esta era el arma escogida por él, su agilidad le permitía clavarla mientras se mantenía seguro. Por un momento entendió la grandeza de su oponente, pero pronto se dio cuenta de su propia fuerza y vio de nuevo a su oponente como un debilucho fácil de destrozar. Se lleno de valor, y en un último intento por salvar su vida y su honor, caminó lentamente hasta su oponente para no perderlo de vista, empuño sus dos armas con firmeza y ataco el abdomen de este, quien inmediatamente respondió con la tercera estaca.
Era el fin del robusto Gladiador, su sangre se esparcía por toda la arena, mientras su oponente, el Invencible, tenia en sus manos, ya no una estaca, si no una espada, una espada que al moverse transportaba un rayo de sol en su filo. Con esta cerraría el evento con broche de oro. Rendido el robusto Gladiador Negro acepto su muerte, se tiró sobre el Invencible para terminar con su agonía, y este lo atravesó con su larga espada. Tirado yacio el robusto Gladiador mientras el Hombre Invencible reposaba de pie, con su armadura que brillaba hermosamente y su capa que ondeaba por el viento. El publico estallo en un solo grito de júbilo, enardecidos y enloquecidos gritaban ovaciones, alabanzas. Sus aplausos se convirtieron en grandes golpes que retumbaban la arena. Y el Hombre Invencible estaba allí, orgulloso del efecto producido en los espectadores de su espectáculo. Y en los oídos, del aun consiente y agonizante Gladiador Negro, retumbaban las palabras eufóricas de toda la plaza: ! Bravo Torero, Bravo ¡

Texto agregado el 12-08-2009, y leído por 123 visitantes. (0 votos)


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