Esa noche la luna estaba sentada sobre la montaña más alta que se perfilaba en el horizonte, miraba gentilmente el transcurrir de la noche de la ciudad, había llovido casi todo el día ese jueves así que era una noche fría, silenciosa y cubierta por una leve niebla.

A las 8:00 pm salí de mi casa y camine calladamente por las calles repasando mentalmente la prominente retorica que esa noche expondría ante mi novia con el fin de lograr aquello que todo hombre tiene como meta, así algunos lo nieguen envalentonados con tontas ideas muy poco lógicas acerca del amor.

Cuando llegue a la esquina de la calle 30 con Cra 25, pase frente a un bar que normalmente frecuentaba los fines de semana y como es normal inspeccione el lugar con la mirada en busca de una cara familiar y en la última mesa de la esquina derecha una cara sonriente y una mano levantada respondieron a mi búsqueda.

Cuando me acerqué a saludar a Jose quien era uno de mis grandes amigos me presento a Sara y a Paola dos amigas a las que según me dijo acababa de conocer y pidiendo una cerveza me invito a sentar, yo como siempre un hombre algunas veces mala gente, otras veces vulgar, quizás hasta grosero pero nunca descortés acepte gustoso su invitación.

Tras reír un rato con comentarios banales y charlas sin importancia amenizados por dos frías cervezas, miré el reloj que marcaba las 8:36 pm gentilmente me levante y me excusé recordando los planes que para esa noche tenia con mi novia no sin antes contestar la ultima sonrisa de Paola quien había estado mirándome insistentemente y no dejaba de sonreír con cada nuevo comentario que surgía en la conversación.

Al salir del bar mire de reojo la mesa por última vez, allí se quedaba Jose con dos de las mujeres más lindas con las que habíamos salido, pero aclarando mi mente con una leve sacudida de la cabeza me dirigí a la casa de mi novia, pero justo tres locales más adelante la encontré sentada de espalda al lugar donde yo estaba.

Al verla no podía dejar de sonreír me acerque lentamente a la mesa donde estaba y sin que supiera quién era tome gentilmente su mano desde atrás, ella instantáneamente dejo de besar a Ramón y giro su cabeza para mirar quien la llamaba en tan inoportuno momento, al verme se paralizó yo aun sonriendo introduje la mano en mi bolsillo y saque una pequeña cajita en la que se encontraba un anillo de compromiso la puse sobre la mesa y con un guiño salí del lugar.

Desande mis pasos hasta llegar al bar donde estaban Jose, Sara y Paola me senté junto a ellos y pedí cuatro cervezas más, Jose se me acercó y me preguntó al oído -¿y esa sonrisa?- A lo que le contesté con voz lenta y pausada, -es mi primera vez, no encuentro la expresión que explique lo que sentí-.

Aquella noche lloré en silencio acostado en mi cama envuelto entre sabanas y los brazos de Paola…