Que no te digo, que no sepas, con el simple hecho de dudar de la palabra es una cuestión abierta a la incertidumbre de saber al tener alguna idea.
Maneaba entre las olas de asfalto, ausente de este saco, frasco de huesos, solamente una inercia me guiaba, trataba de entender y razonar entre columnas de peces que se mantenían en simetría en la superficie. Las olas tardaban estaba suspendido aun mas entre mis pensamientos, y inconscientemente mi instinto me guiaba, me estaba adentrando entre oleadas de barcos que se apresuraban de todos lados. Realmente no entiendo que fue lo que sucedió, seguí en ese oleaje solamente me acompañaba entre tanto catre de gente todos en perfecta simetría, nada mas me acompañaba el zumbido del viento. No entiendo aun que es lo que paso, tal vez ya ese viento del norte volvió a soplar sus velas, a sosegar esas llamas de alma y una vez mas se pierde la cera. Maneaba entre olas una tras otra tenia que asimilar mi al redor no podía mostrarle a los demás barcos que este capitán en otro mundo estaba suspendido. Mi mente lograba automáticamente maniobrar entre pequeños nudos que me hacían frente donde tenía que dar otros rumbos para llegar a un lugar, a un destino. Estaba entre otra maleza mi cuerpo simplemente vacio añoraba el verme, deseaba encontrarme y confundido entre su pésima realidad me buscaba en otros mares, cuando era de simplemente estirar el ancla y forrar con su imponente proa los arrecifes, estamparse. Tal vez eso hubieses sido mejor, simplemente el crear de este barco un nuevo arte, y conmigo encontrar el final y el inicio de la conclusión del vértigo y la perdición. Un pirata moribundo herido entre sus olas, viajando entre jaurías de peces blancos, peces de la muerte, atravesando estampidas con el silbido como único acompañante. Tratando de entender por que el viento nos acobija y también el fuego del alma nos extingue, perdiéndose su destello perdiéndose con su cera.
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