No se equivoca. Siempre le doy la razón a quien la merece y si usted exige una respuesta, yo accedo a dársela y utilizaré su pluma.

Evité escribirle porque cuando me toca ser clara, en situaciones como ésta, suelo perder sutileza. No lo hago adrede, es mi manera de ser. Aquella tarde quise dejarme llevar y acepté su invitación. A veces lo bueno viene de la mano de un desconocido. No me he arrepentido de haber sido tan confiada con usted y sé que no lo haré. Su mirada, 30 años por encima de la mía, logró colarse día tras día, hasta el punto de sentirme desprotegida cuando ese bello haz de luz verde dejaba de atravesar mis pupilas.
Yo fuí su niña adorada. Su peor café por las mañanas (será una sonrisa segura siempre que lo evoque) Su conejito temeroso a quien cuidó a la perfección y que, como todo animal, se dejó llevar por sus instintos. Nunca le mentí. Supo mi historia. Mi desamor. El motivo de mi llanto. Mis miedos. Mis ganas. Mis deseos...
Me complació en sus brazos poder ser libre. Ser completamente yo. Pero si bien es cierto que me hizo sentir mucho mas de lo que esperaba, también es cierto que no hubo amor, y eso lo sabe. Lo supo desde aquella tarde.
Usted fue mi primer placer sin perfume de mujer. Fuimos encuentros que nos dejaron mucho más que cansancio. Sé que aprendió de mí y yo aprendí con usted a ver las cosas como si fuese otra (sin dejar de ser la misma)
Por usted comprendí el proceder y acepté dejar pasar a quien ya me había dejado en el camino. Usted fue sosiego. Un gran compañero. Mi propulsor. Quizá tenga razón. Tal vez sufriré una y otra vez por la misma causa, pero quiero vivirlo. Y sí, soy así de intensa. Es mi naturaleza y a ésta no se le domina, se le obedece. No pediré perdón por no amarlo, a mi juicio eso si sería humillarlo. Mis lágrimas se quedaron en sus manos y aún guardo muchas de las sonrisas que le robé.
Usted me hizo entender que el amor existe en diferentes formas, pero al intentar experimentarlo confirmé que yo sólo puedo amar de una...


¡Feliz viaje!