Los Raza.
2. El primer encuentro.
La naves nodriza iban saliendo una tras otra según las órdenes llegaban a los puentes de mando de cada una de ellas.
La grandiosidad con la que se movían era algo admirable pues su peso era increíble transportando en cada una de las mismas casi una parte de la población del mundo Raza.
Ya llevaban las primeras naves recorridos unos cien años luz desde que salieron de la estación-hangar, cuando de pronto se toparon con algo que no esperaban.
Algo que no estaba reflejado en las cartas de navegación, las cuales señalaban fielmente cada uno de los planetas y estrellas de su ruta.
Una bola de luz de impresionantes dimensiones se encontraba justo enfrente de ellas.
Aquello podía ser un planeta, según los cálculos de los computadores del puente de mando, una nave nodriza equivaldría a una trozo minúsculo de aquél disco de fuego blanco.
Pero ese fulgor que recubría al mismo, no era lógico en un planeta, algo debía de generar ese potencial de energía que deslumbraba con esa fuerza la visión de los Raza.
Lobius se encontraba a bordo de una de esas naves nodriza.
Su mente daba vueltas en torno a la forma en la que se podría deshacer de aquella bola de luz que estaba impidiendole continuar con su marcha.
Una de las primeras ideas era la de enviar una señal sonda con la formula de bienvenida en todos los idiomas conocidos por los Raza, pero podía ser interpretado como una operativa hostil en el interior de aquel disco de fuego blanco.
Lobius decidió bajar las pantallas deflectoras de visualización y tratar de rodearlo como si no estuviera alli.
La primera nave trás la órden de Lobius inicio el esquivo por la derecha, pero el disco se movió en su dirección interceptandola el paso y obligándola a volver a su posición de inicio.
Lobius empezó a perder la calma, si aquello era una nave, como poco a poco parecía ser, sería destruida sin más.
Pero Lobius se lo pensó y ordenó lanzar la sonda de bienvenida, quería comprobar sinplemente que es lo que quería de ellos aquel agresor de su espacio.
Desde algún lugar dentro del disco de fuego fué lanzada una ráfaga laser de gran potencia que impacto directamente contra la nave que emitió la sonda.
La idea de hostilidad sobre la sonda de bienvenida que en un principio rondó la mente de Lobius no era muy descarriada.
La nave nodriza afectada por el láser ni se inmutó, pues su casco protegía la integridad de la misma.
Lobius se cansó de ser complaciente, y órdeno la carga de los misiles de fuego liquido con ácido.
Los misiles se prepararon y esperando la oportuna órden de Lobius se lanzarian sin piedad contra aquél maldito disco de fuego blanco.
Lobius dirigió la táctica, separando las naves en un espacio equiparante para que el impacto fuera lo más crudo y directo al corazón del disco de luz.
Cuando todas la naves estuvieron alienadas y en su correcta posicion, Lobius órdeno el ataque directamente al mismo corazón del intruso.
Los misiles salieron como rayos de su origen e impactaron de lleno en el disco, el cual saltó en mil pedazos derritiendose en toda su magnitud.
Lobius había conseguido despejar aquel disco de luz de su trayectoria, con lo que las naves prosiguieron el curso rumbo a su conquista.
Escrito por Carlos Them
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