Paseaba tranquila de nuevo por aquellas calles, recordaba la primera vez que llego a esa ciudad. Emocionada revivió aquella primera visita, sus enormes gafas de sol impedían que pudieran ver como sus ojos se llenaban de lágrimas.
De pronto, entre la gente que caminaba en dirección contraria le ve a él.
¿Cuantos años han pasado? Se pregunta ¿Seis?.
Se pone nerviosa, no se atreve a mirarle a la cara.
Piensa, “ha cambiado”. En su cara se refleja la experiencia adquirida en estos años.
Casi la roza al pasar a su lado, él no se fija en ella.
A los pocos metros para en seco, vuelve su mirada y se encuentra con la de ella.
Su perfume, ese que para él le era tan familiar, fue el que le hizo volver la mirada.
Ella sintió que su corazón se paraba, miro hacia adelante y continuo andando, con paso firme.
A los pocos segundos noto una mano que agarraba su brazo, se volvió y le tenía frente a ella.
En sus ojos había alegría por encontrarla después de tanto tiempo.
Se sentaron en la terraza de un bar cualquiera, la emoción
de los dos era manifiesta.
Después de tantos años sus miradas se reconocían.
Ahí les dejo uno frente al otro, viviendo ese momento.
El destino se lo debía.