Hay cosas, mi vida, que no podría decirte. Pero cuando tú no estas, solo pienso en el momento de volver a encontrarte. Toda mi vida no es más que un puente tendido entre la orilla en que te dejo y aquella en que te vuelvo a hallar. Me paso el día entero esperando el momento de hablar contigo, esperando el momento, lejano y ansiado, de besarte, de tomar tu mano con la mía.
Si , a veces, me pongo un poco pesado ( o un mucho, que en eso mi contextura física, acompaña a mi carácter) es porque te quiero demasiado, porque me atraes como un imán, hasta hacerte dolorosa, hiriente... Te quiero mucho y, ahora, que solo espero tener noticias tuyas, me quema cada minuto que pasa sin tenerlas.
Eres algo muy especial. Miento, eres lo más especial que hay en mi vida, lo más importante, lo más bello, lo más maravilloso de todo. Quién me iba a decir a mí que iba a encontrarte. Si no hubiera sido así, ¡ habría perdido tanto...! Mi sol , hubiera vivido sin saber que existías, pero sintiendo que estabas en algún lugar del mundo y que, tal vez, dentro de mucho tiempo te encontraría. Pero doy gracias al cielo que me ha permitido hallarte ahora, poder verte y, quizás, poder besarte, y sentir como me besas como imagino que tu sabes besar.
Tengo celos de todo el tiempo que he vivido sin tenerte, sin oír tu calida voz, sin sentir la dulzura de tus manos... Me quemo cuando pienso en ti, me arde por dentro todo mi ser, y se me embota el cerebro cuando miro tus ojos en el vacío de mi cuarto. Al final has conseguido que vibre en mi soledad y que mi cuerpo se doble, y que reviente, pensando en ti, pensando en ese momento de intimidad que nunca hemos tenido y que no se si alguna vez tendremos.
Tengo celos de todos aquellos que rodean tu vida cuando no estás conmigo, de todas las cosas que tocas, de la ropa que cubre tu cuerpo, de tus manos que pueden acariciarte cuando yo te siento lejos. Tengo celos de mi alma que se funde con la tuya cuando mi cuerpo te busca anhelante e inquieto en la noche y no te encuentra. Celos de mi sueño que puede acariciarte. Envidio hasta mis ojos que pueden mirarte, mis manos que pueden tocarte, mi boca que puede cubrirte de besos...
¡Ay amor! ¡Te quiero tanto! Si alguna vez dejara de quererte, me habría traicionado a mi mismo, y mi alma vagaría en la eternidad, repitiendo tu nombre.
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