Volviendo a chinatown
Fuimos hasta allá en el nuevo auto por la autopista rápida atravesando finalmente el túnel con grafittis fosforescentes que nos dan la bienvenida al barrio chino, no había lugar donde estacionarse un vigilante gordo y con máscara nos buscaba lugar mientras unos niños se acercaban a las ventanas para vendernos bebidas afrodisíacas y periódicos, así permanecimos por un cuarto de hora, hasta rendirnos y no encontrar parqueo, tuvimos que salir por unas calles estrechas e ir a una playa de estacionamiento, salimos y nos marchamos al mercado, debíamos encontrarlo, pero teníamos poquísimo tiempo apenas dos horas a partir de las seis de la tarde el barrio se transformaba y salían múltiples pandillas que arrasaban con todo a su paso, ya la gente lo sabía había una campana que anunciaba la salida de los verdaderos dueños del barrio chino, caminamos entre la gente que constataba que éramos foráneos, nos acercamos hasta un contacto con boina roja que nos llevaría con el abuelo, nos pidió que lo siguiéramos pero que nos colocáramos unos lentes de realidad virtual para simular un camino inexistente, los red camaleones siempre usaron ese método por siglos, así llegamos hasta una higuera el olor hizo darme cuenta que estábamos cerca he intente quitarme los lentes pero una mano áspera me detuvo, entramos en un ascensor con música del siglo pasado, calculo que subimos unos 10 pisos luego nos pidieron quitarnos los lentes y sentarnos, era una habitación amplísima con una araña inmensa casi toda enchapada en madera, otra hombre flaco y con lentes oscuros se nos acerco y nos dijo que podíamos pasar en quince minutos, ambos habíamos estado en silencio y solo nos mirábamos a los ojos, recordé la ultima vez que vinimos y yo tenía 10 años y el 13, ahí empezó todo y ahora estaba por terminar.
–Pueden pasar
Avanzamos despacio sin hablar nuevamente sumidos en una profunda expectativa, se abrió la habitación y el cofre se encontraba sobre la mesa quise correr a cogerlo y salir volando,
–Han pasado quince años,
–Se ha cumplido el trato Abuelo –le dije cortantemente
–Veo que te has convertido no solo en toda una profesional sino que tu aspecto ha cambiado notablemente
–Era preciso hacerlo ¿no crees?
–Si, bueno al grano, ¿lo han traído?
–Sí, pero antes de dártelo quiero ver el contenido del cofre solo verlo.
–Aquí el que da las órdenes soy yo, no tú
–Abuelo solo quiero verlo, porque una vez que me vaya ya no habrá derecho a reclamo.
El abuelo accedió cosa que nos sorprendió a ambos que siguiendo sin dirigirnos palabra nos miramos abriendo los ojos, yo miré dentro del cofre y la alegría se asomó en mi rostro, al mismo tiempo que iba sacando de mi mochila un cofre similar haciendo el intercambio al momento, devolvimos también los anillos y los lentes de contacto, mi hermano alcanzó mi mano con un sentimentalismo inesperado y sumamente absurdo a la vez que me ayudaba a abrir la mochila y colocar el nuevo cofre dentro de ésta, nos despedimos del abuelo y su gran barba naranja quedaba atrás para siempre, mientras íbamos caminando rumbo al salón vimos atravesar por el corredor adyacente a los dos chicos de 10 y 14 años que empezarían al igual que nosotros lo hicimos hace quince años. Volvimos a colocarnos los lentes de realidad virtual y hacer exactamente el mismo recorrido, nos dejaron nuevamente en el mercado.
–Sería bueno comer un min pao –exclamé mirando a mi hermano de reojo pero el seguía inmutable así que decidí e ir hasta el medico sabio de una vez por todas, llegamos hasta su puerta, por el monitor supo que éramos nosotros.
–!Después de quince años! Pensé que no volvería a verlos.
–Traemos el cofre, ¿Puede colocárnoslos sin hacer demasiados comentarios? –le dije un poco molesta viendo a mi hermano un poco pálido y transpirado.
No duró mucho el proceso, primero entró mi hermano y luego yo, al salir le pregunté como estaba y no me respondió absolutamente nada solamente me miró asustado, lo cogí de la mano y atravesamos todo el mercado, llegamos hasta la playa de estacionamiento y subimos al nuevo auto, manejó en silencio hasta volver a atravesar el túnel y regresar a Lima.
Mi hermano nunca más volvió a hablar desde que se lo volvieron a poner y a mi los recuerdos me atormentan todos los días, cuando camino siento que me persiguen todas las personas que maté.
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