MUJER DE PIES DESCALZOS


Invade el aire
la música y me atrapas,
es tu danza
mujer de pies descalzos
ofrenda de pasión
en alas blancas
que siembra la inquietud
a mis remansos.
Suelta tu hechizo
que mi auditorio espera,
enciende con tu luz
mis candilejas,
libera esa actitud
que me fascina,
la multitud
que hay en mi alma
se empecina
en componer para ti
la melodía.
Nace el compás,
tus músculos se tensan,
son tus manos
palomas que se elevan,
tu piel se hace mi piel
porque comprendo
que necesito
vivir tu movimiento.
Te expresas en tu idioma
de esperanto,
te cierras flor de loto
en tus abismos
y renacen de allí
todos los arcos
de tu silueta, mujer,
de tus encantos.
Ya somos uno
buscando el infinito,
bebiendo en tu desdén
y tu osadía
me llevas por los límites
del tiempo
a tus confines
de bruma y fantasía.
Es insondable tu ser
sobre el tablado,
eres cadencia
y a ratos torbellino,
desafiante, febril
y palpitante,
desnuda, desvalida
y diminuta,
bendices con tu danza
el sentimiento.
Meciéndote en la cuna
de un adagio
embebes de placer
a mis sentidos,
y en los requiebros
que trae la disonancia
detienes el aliento
con tu brasa,
alquimia incontenible
que contagia
su desmesura a los ojos
que te miran.
Y en ese juego
de amor desposeído
el arte de tu cuerpo
hace poesía.
Gacela de cristal
dulce y demente,
aún sin rozarte
sentí que fuiste mía.