Mi abuela era una mujer muy sabia, recuerdo que en la puerta de su
heladera, sujeto por un imán, tenía colocado el siguiente
manifiesto para llevarse bien con los vecinos; lo que le garantizó
que los cincuenta años que vivió en la misma casa fuera
querida y respetada por todos.

-“No pedir ni prestar, huevos, harina, azúcar, sal o aceite – Nunca
se devuelven.

- No hablar mal de ningún vecino con sus amigos ni sus parientes –
está permitido hacerlo con otros.

- No poner la radio a todo volumen, clavar clavos o cantar entre 13.00 y
16.00 hs. –rogar porque el vecino nos devuelva la atención - Tampoco
está permitido que los niños jueguen en el patio o la vereda,
que la siesta se ha hecho para DORMIR y no para MOLESTAR.

- No mirar al marido ajeno – ni permitir que miren el propio.

- No tener gatos con sarna, ni perros que hagan pipí y popó
en el patio de los vecinos - rogar porque el vecino retribuya la
atención.

- Ser solidaria y amable, aunque nos embrome que la vecina todas las
semanas quiera vendernos locro, pastelitos, empanadas o cualquier otra
exquisitez culinaria, para recaudar fondos para el viaje de fin de carrera
universitaria de su hijo que recién comenzó el Jardín
de Infantes. Caso contrario, venderle nuestras exquisiteces todas las
semanas por los mismos motivos – también puede ser para cambiar el
auto o ir de vacaciones.”

Ella se preocupó para que cada vecino alguna vez lo leyera.