"Cuando todos se fueron", el reloj realizaba el 24avo
coíto del día...
Al montarse las agujas, se alineaban con la puerta del mas allá e
infinidad de fantasmas traspasaban la frontera del mas aquí e
inundaban
la antigua y tenebrosa casona.
Los inquilinos,sabedores del extraño fenómeno, se encerraban
en sus cuartos, prendían veladoras, rociaban agua bendita,
enrredaban rosarios en sus muñecas y se ponían tapones en
los oídos
para no escuchar los sonidos de cadenas arrastradas, quejidos y llantos
de las almas en pena...
Todos temían ese momento, todos menos Leopoldo, quien ansioso
esperaba
que la media noche llegara para traerle a su amada Ma.Elena.
Bañado, oloroso y vestido a la vieja usanza, recorría
apresurado las
añejas galerías plagadas de cuadros y retratos de sus
antepasados tratando
de adivinar por donde llegaría su adorada y bella amante,
mujer-niña,
quien haciendo gala de su eterna travesura, gozaba sorprendiéndolo
en
cada encuentro.
Ella apareció detras de sofá cubierto de hoja de oro y
tapizado en brocado
beige, vestida de blanco y con una hermosa orquídea rematando su
gruesa y
lustrosa trenza, él embelezado y destilando amor la cargó y
la llevó al cuarto
de huéspédes, donde hicieron apasionadamente el amor, hasta
el momento en que
los primeros rayos del sol se colaron por entre la obscuridad, él,
triste como
"Un pájaro herido" vió como se esfumaba su amada.
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