Eugenie
¡ Oh Eugenie !,
Tú, que para mí fuíste fruto salvaje del ayer;
Tú, que en tus entrañas llevabas dulzura, timidez y calor a la vez.
El recuerdo en mis ojos al contemplar el reflejo del sol, sobre tus largos cabellos de color miel, y el recreo de placer en los mísmos, al recorrer tu tostada piel.
¡ Oh Eugenie !, cuerpo de mujer, mente de chiquilla; que por tus venas corre la sangre enloquecida.
¡ Oh Eugenie !, radiante diosa de la belleza, que en cada momento y haciendo uso de tu destreza, consigues de mí lo que te apetezca.
Me acuerdo de que parábamos el tiempo cada día; tú te prendías de mi vida, al unísono que Yó de la tuya.
Al despertar, el piano oíamos tocar, siempre con la misma melodía que escuchamos áquel día, en que cruzamos nuestras miradas por primera vez.
Pero, todo eso son recuerdos, tán sólo recuerdos, de un verano que yá terminó.
¡ Dios , dáme la oportunidad de nuevo, para volver a ese lugar, a esos días de placer en los cuales algo comenzé y dejé sin acabar al lado de una gran mujer !.
Señor, tu ya sabes quién es.
Escrito por Carlos Them
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