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El señor de los deseos 2.

La condesa se encontraba atrapada en un mal de amores, un idilio de pasión y al mismo tiempo de dolor con un hombre más joven que élla, un hombre que llevaba poco tiempo en la ciudad.
Se sentía desesperada pensando en esa mujerzuela, que se podía llevar a su joven y querido amante italiano lejos de ella.
En una de las fiestas a las cuales asistía con regularidad, conoció la leyenda del señor de los deseos, una leyenda real y que además se encontraba muy cerca de dónde ésta vivía.
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Una noche, armándose de valor, se dispuso para acudir a un encuentro con aquél que podía dar vida a su deseo.
Llegada al callejón que le habían dado como seña, se encontró a un extraño hombre de pelo largo y canoso, barba y unos ojos tan negros, que podía volcar los suyos en éstos hasta no encontrar fondo y desaparecer en su profundidad.
"Buenas noches buena mujer, ¿En que puedo ayudarla?", la dijo con una sonrisa abierta.
"Buenas noches, tengo un problema de amores y vengo a pedir un deseo", contestó la condesa con acongojo.
"¿ Un deseo relacionado con un amor?, interesante oferta", respondió con la sonrisa, aún más marcada.
"Puedo pagarle muy bien si usted hace desaparecer a la mujer, que no me deja ser feliz con el hombre al que amo", dijo la condesa casi con lágrimas en los ojos.
"Señora, su dinero no vale conmigo, el ser humano lo usa, Yó no", la dijo con seriedad.
La condesa mirandole con cara de espanto le preguntó: "¿ usted no es humano ?, ¿ cómo puedo pagarle entónces si no necesita dinero ?"
"Formule su deseo, cuando esté cumplimentado, me volverá a ver, no se preocupe no tiene que volver aquí, Yó la haré una visita personalmente", la contestó con mucha tranquilidad.
La condesa pidió que aquella mujer se alejase de su hombre para siempre, no la importaba dónde fuese ó que pasara con élla, sólo que no volviera con él nunca más.
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El deseo se ejecutó, la mujer tuvo que salir aprisa de la ciudad, un familiar suyo necesitaba de ella durante un largo tiempo y no sabía exactamente cuando podría volver de nuevo a la misma.
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El joven se volcó por completo en la condesa, a ésta se la veía radiante, feliz, completa, era su acompañante en todas sus fiestas y su más profundo amante cada noche en su alcoba.
Pasado un tiempo, el señor de los deseos, golpeó la puerta de la vivienda de la condesa.
Esta abrió la misma y se encontró con la sorpresa.
"Buenas noches condesa, vengo a cobrar por mis servicios", dijo con una gran sonrisa.
"¿ Usted ?, bien digame cómo he de efectuar el pago, por favor", respondió la condesa un poco sobresaltada.
"¿ Cuanto tiempo estima usted que la otra mujer debe de estar fuera de la ciudad ?", la preguntó con cara de curiosidad.
"siempre si puede ser, siempre", dijo la condesa sin pensarselo mucho.
"En ese caso, por cada año que élla pase fuera de aquí, un familiar suyo se alejará de usted también, recuerde uno distinto por cada año", respondió con seriedad.
"¿Qué esta diciendo ?, usted no puede hacer algo así, no por favor, mi familia no.", le dijo la condesa medio llorando.
"Lo siento, usted pidió su deseo y Yó se lo concedí, ahora el pago es su familia", respondió comenzando a marcharse ...
Al día siguiente su hijo mayor desapareció de la casa, de la ciudad y del mundo, se le buscó por todas partes, pero nunca más apareció, al siguiente año fué su hermano y así año tras año, hasta que toda su familia se extinguió en la más extraña disolución que nunca vió nadie ...

"Cada vez que deseemos algo, midamos primero si merece la pena pagar el precio, que convella ese deseo ..."

Escrito por Carlos Them

© Copyright Carlos Them 2008. Todos los Derechos Reservados. All Rights Reserved.

Texto agregado el 09-08-2009, y leído por 158 visitantes. (0 votos)


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