Acostumbraba caminar,pero esa tarde se había excedido.¿A cuántas cuadras equivaldría?.Veinte o más ,escuchando el roce rítmico del pantalón a la altura de las rodillas,mirándose las puntas gastadas de los zapatos,pisando alternadamente la línea entre baldosa y baldosa.Una vez si y otra no.
Los dedos en los bolsillos arañaban el pliegue de la costura .Los pensamientos se atropellaban.Iban y venían,entreverados,doliéndole en la cabeza.
Decidió que a las seis en punto entraría a su habitación, tomaría el cuadernito y garabatearía aquellos dibujos que a P le gustaban y muchas veces guardaba en los estirados bolsillos de su uniforme blanco.Eso le aliviaba.
Pero ahora tenía que continuar el camino.Apuró el paso, las borrosas y mudas figuras humanas a los costados le molestaban.Si ¿donde estaba?.Claro, cuarenta veces por éste pasillo.Entre la ventana con reja y la escalera de cuarenta y dos escalones habría unos cincuenta metros.
Todavía quedaba mucho por recorrer.