Belga, deportada. Sólo Mala puede más que la muerte.
Administra las siniestras sentencias del lobo. Pero su sino
es salvar y sus herramientas, el carácter y la cultura.
Habla siete lenguas. Nunca se había visto en Auschwitz

Veintiocho años, alta, fina. Minuciosa con las listas.
Le ordenan; Párate firme… ¡judía de mierda¡
Escribe con letra firme el destino de sus compañeras:
Limpiar ciénagas,fábrica de trenzas, las letrinas, jardines.
Discernimiento solapado, justicia y valor.
Los “boches” olfatean.

Sálvame Mala, aún estaré convaleciente y me seleccionarán…
Mala borra barraca 17A y escribe: Pasa a barraca 25B…
Le salvó la vida. Destino precario: Barraca de trenzas.
La mira y sabe que
ella también morirá pronto.

Mala acecha y complace, recupera sanos agotados; respeta
las amistades. En tanto reflexiona, dosifica.
Se integra a la resistencia.
Con Olga Lengyel se miran y se comprenden.
Buzón y emisario.
Decaída, hambrienta y sucia, el rigor acrecienta sus fuerzas.

Había que preparar la huída. Muchos detalles y riesgos.
Mala reparte las consignas. Hay que sabotear la fábrica.
Trabajo lento y peligroso.
Adiós hermano militante polaco.
Y un israelita.
Terror, esqueletos ultrajados, jirones de ignominia.

Santo y seña: Inmovilizar los camiones de los que no volverán.
De su destino: seguro las cámaras de gas, el crematorio.
Descargar las baterías, piezas que se pierden y la delación…
perros que se echan sobre la garganta del valiente.
Héroes anónimos: Friemel, Burger, Duzel, Piaty, Raynoch, Swierczyna,
Vesely, Galinski y Mara.

Todos detenidos a pocos kilómetros; delación, basura. Tenía que explotar
la caldera de los hornos.
Delación, basura. Cien mujeres, cien hombres,
reclutados entre los esqueletos.
El Campo va a ser liquidado con lanzallamas.
Era muy difícil Mala, nos quieres levantar la moral. Pero no pudimos.
Disculpa.

Ladridos, estrépito de tacos sobre el adoquín.
Trenes de silbato largo.
-¿Por qué te fugaste Mala? Eras bien tratada, pregunta el carnicero Boger.
- Cualquiera lo hubiera hecho. No podía seguir viendo torturar y maltratar a
mis camaradas.
-¡Mentiras¡ interrumpe el carnicero, solo propaganda sucia.
La abofetea, le da de latigazos.
Con la cara cruzada por el dolor, grita
a quien la quiera oír. Murmullos de terror.
- Hemos visto mujeres encinta, jóvenes y niños, hombres robustos y de
buena salud. Cámara de gas y crematorio. ¡Malditos, cobardes, descastados¡
- Irás a la barraca 11, con Galinski. Aquí has venido a morir.
Cierta tarde…la orden. Se hace un silencio profundo, consternación, rabia,
Lágrimas secas.

¡Judíos¡, vamos a daros un ejemplo. La presa Mala ha querido fugarse.
Asistiréis a su muerte. Todas miran hacia el crematorio.
Mala yergue la cabeza,
nos mira a todos y se corta las venas con una hoja de afeitar.
Estupor, la guardia corre atribulada. Los patea.
La emprenden a golpes.

Pierde el ojo izquierdo y la echan sobre un camastro
casi muerta.
Arenga en un hilo de voz:
!Valor, camaradas¡ ¡Lo pagarán¡…¡La liberación está próxima¡.
Como un fardo la tiran dentro de un camión.
Dos guardias siguen pegándole.
Fue arrastrada hasta el horno crematorio y quemada viva.

Mala Zimetbaum: Su recuerdo aún permanece en muchas conciencias
que alcanzaron la liberación. Es nuestra resistencia y tal vez algún día
Mala Zimetbaum se introduzca
en nosotros. Su ejemplo desconocido ayudó a muchas torturadas
a sobrevivir. Su rostro,
un bálsamo dulce para aquellos desdichados.
Alguna dijo que ninguna era digna de ella.


Fuente:” Los maniquíes desnudos” de Christian Bernadac. (Versión libre)