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...a madre

La memoria del hambre


La encontraron en la cocina, sentada en el taburete, mirándose las palmas de las manos, como pidiendo limosna. A las preguntas en angustia de sus hijos no acertaba a decir otras palabras:
‘No tengo nada que dar de comer a mis hijos… las despensas están vacías, las paredes negras’.
No reconocía siquiera sus nombres, de un zarpazo ensordecedor se los habían borrado. Ajenos para sus ojos y oídos, sus hijos eran extrañas voces de desconocidos.
Tres días y sus noches estuvo así, luchando contra fantasmas, luego como despertada de una horrible pesadilla, sólo recordaba algunas imágenes que la aterrorizaba, quería evitar a toda costa volver a dormir, para no regresar a aquel lugar.
Semanas después, intentando devolverle sus pertenencias de ayeres y matar el susto a base de cucharadas de jarabe de memoria y calor de afectos, comenzó a recordar una historia transcurrida en su niñez, la que le habían enterrado en su memoria, la que le había estallado en sus manos:
Después de la guerra civil, en la época del hambre, a menudo salía a escondidas de su familia. Una vez terminado el almuerzo de los suyos, mientras descansaban a la hora de la siesta, llenaba un cazo con los caldos aguados de los que se alimentaban y algunos mendrugos de pan, al llegar a la casa de la vecina, a la que ayudaba en secreto, se encontró a la madre de la numerosa prole en su cocina, no más que cuatro muros de piedras tiznados por el humo, revolviendo una olla sobre las brasas apagadas, sin contenido alguno, al verla extendió sus brazos mostrando las manos hacia la niña, intentando enhebrar una voz: ‘No tengo nada que dar de comer a mis hijos’.
Ahora, con sólo la mención de la palabra ‘guerra’ en las noticias que dan por televisión, se resiente, comienza a temblar y se le empañan los ojos, por allí, en la pantalla, desfilan espantajos de luz, que hinchan su pecho para pronunciarla, para justificarla.

Texto agregado el 02-06-2004, y leído por 561 visitantes. (12 votos)


Lectores Opinan
30-01-2006 Yo he visto a niños, inmigrantes huidos de una guerra, esconderse bajo las camas cuando en las fiestas de la aviación pasaban los Gloster haciendo exhibiciones. La violencia marca, ¡y cómo! Gracias por VER y compartir. neus_de_juan
13-06-2005 no hace falta estar en guerra para pasar hambre... la pobreza está mas cerca de lo que creemos, a veces está en la casa de al lado...que triste.. un susurro* susurros
17-03-2005 Corta el cuerpo (y el alma) este texto tuyo; super bien escrito, como siempre mi_mundo_paralelo_y_yo
12-01-2005 me sigue impactando cómo tratas temas ta humanos con palabras cuidadas, ninguna sobra, ninguna falta, y logras trasmitir la angustia, remover conciencias. Mis estrellas ondina
07-01-2005 Otro texto de profundo contenido, pero además de muy cuidadas formas. Cuando se trabaja con la realidad que duele se debe trabajar con la seriedad propia que le impones a tus textos. Muestras con las palabras justas, haciéndolo así muestras doblemente. Un fuerte abrazo. carloel22
28-07-2004 Sí, no es cuento. Yo mismo vi morir a una mujer y en el delirio de su agonía, le vinieron a su cabeza aquellos años del hambre. Murió la pobre diciendo:"llenad la despensa, que no falte pan para nadie". azulada
23-07-2004 Con tu historia casi se me paralizan las manos. Así murió mi madre, regresando a su niñez. margarita-zamudio
21-07-2004 Del contenido te han hablado y comparto todos los elogios. Quiero detenerme en la forma de llevar ese contenido. Medida, pensada para que no contenga palabras superfluas que lo saquen de su seriedad que podría correr el riesgo de caer en melodrama. Me gusta tu estilo, lo siento cercano. Gracias NINIVE
12-07-2004 Gracias a Mena he tenido conocimiento de tus hermosas narraciones que sacuden la conciencia, despertando esa capacidad de bondad, ternura y amor que el ser humano también es capaz de generar, aunque estén, a veces, dormidas. Hoy he leído todos tus textos y te dejo con mi admiración y mi fidelidad a los próximos, un fraternal abrazo. (estrellas no hacen falta, las estrellas están en tus palabras porque tienes al sol en tus letras) maravillas
04-07-2004 Conmovedor. Y esto ¡Dios mío! existe todavía al lado nuestro. No seamos ciegos. Hay que nombrar lo que se debe con las palabras que se merecen : la barbaridad existe, pero no hay que ser fatalista diciéndonos que eso siempre ha existido y seguirá existiendo, tenemos que aprender a levantarnos y a gritar fuerte ¡NO ! ¡NUNCA MAS ! Gracias por este cuento que ayuda a despertar la conciencia. Mena
02-07-2004 Muy bien escrita una de esas historias terribles que tantas veces he oído en boca de mi familia, que también sufrieron la guerra y la posguerra. Eso de las manos me recuerda al primer cartel electoral del Partido Comunista de España cuando lo legalizaron, a finales de los setenta, en donde se veían las manos de un obrero y el lema "Mis manos son mi capital", o algo así. Pues bien, durante un largo período negro y oscuro esa manos no tenían más que hambre. Gracias por no hacernos olvidar. Felicidades por tu texto! ;-) moebiux
28-06-2004 Verdaderamente genial. Qué bueno que con este cuento nos hagas revivir la historia y actualices nuestra memoria. Gracias, amigo, por tu texto. Te seguiré leyendo. Mis 5 estrellas. islero
16-06-2004 Consigues con la narrativa llegar al corazón como si escribieras poesía... me dejaste varios surcos en el estómago y en la garganta con este cuento. Desgarrador, profundo y siempre, siempre tierno. Gracias Pedro. Un beso. anapolar
10-06-2004 Es simplemente genial, soberbia la narración de esas desgracias humanas que desgarran el alma, porque su realidad es como tú lo estás contando. Tienes el talento de hacer vivir lo que quieres expresar...y además expones lo que las reminiscencias pueden pervivir cuando se habla de tremendas experiencias, de esas vidas humanas perdidas en una miseria que se enfrenta a los inconfesables delitos de los ricos y los cobardes...Me ha llenado este texto, mucho...te seguiré el rastro y te leeré. Un abrazo... LoboAzul
02-06-2004 Pedro es excelente. Los escondrijos de la memoria son tremendos y más en ciertas situaciones. Impresionante la manera en que planteás la historia, como así, de improviso, un relámpago trae lo escondido y la tristeza y la impotencia de un pasado difícil. Mi admiración crece, y mucho. Beso. MCavalieri
02-06-2004 No sabrí si decir "pleno" o "total". Podría pasarme un buen rato escribiendo sobre este cuento. Sólo puedo decir que está plagado de elementos muy bien conjugados, cada uno es un retrato que encaja en perfección con los demás, un rompecabezas muy bien estructurado que le da un cuerpo total al relato que nos presentas. No podría atrever a hacer ningún comentario más. ausente
02-06-2004 Los espantajos siempre tendrán que dar de comer a sus hijos; no lo entenderían. Saludos. Nomecreona
 
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