Una niña corría la lavarse las manos sucias de hacer muñecos de arcilla en el fondo de su jardín, pasa por el largo pasillo no sin antes mirar que hora es y se dirige hacia el frente de la casa, son las cuatro de la tarde y espera ansiosa, a diez metros, el llega y su corazón se acelera, ella espero todo el día este hermoso momento de verlo desde lejos, sonríe y se aleja al jardín a seguir con sus juegos de niña.
Marcela se despierta de su profundo sueño a las seis de la mañana, confusa, algo tan real que solo había sido un sueño, si un sueño, Marcela cuando niña, cada dia a las cuatro de la tarde salia al frente de su casa para verlo a el, si, a su amor de niña.
Ella no sufría ni lo deseaba, solo sentía, lo sentía con placer, con el intenso placer que le causaba sus primeras sensaciones de amar, el no sabia nada de ella, quizas nunca supo ni su nombre, pero ella con locura lo amaba en silencio.
Marcela confusa, recuerda y llora, llora y extraña, si, extraña, extraña a esa niña que con tanto placer vivía la vida, que con todas sus fuerzas amaba, y aunque el amor dolía, lo disfrutaba, esa niña sentía, amaba, y gozaba, hoy Marcela extraña a esa niña.
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