Caminando por la calle Serrano.
Ya no importa, somos parte de la misma historia
Tenía la sensación de que estaba cambiando el clima, en pleno febrero, por la calle se vivía un aroma a otoño.
Caminábamos por la calle Serrano, cada cual por su lado. A veces no soporto el roce, el contacto, prefiero caminar distanciado, distraído, pensativo. No sé cual es el motivo por el que no puedo dejar de pensar.
La calle me distrae, permite volar mi imaginación.
Por la noche sufrí pesadillas. Soñé que estaba de viaje por el sur de la provincia de Santa Fe. Me acompañaban Ana Maria y mis dos hijos, hicimos noche en un antiguo hotel de grandes habitaciones. Todo revelaba buen gusto, el aroma del campo perfumaba el ambiente, el mobiliario era antiguo pero conservado, sin duda todo indicaba a simple vista el esplendor de antiguas opulencias.
Desde la cochera a la habitación se cruzaba por un patio con jardín central, aromado por hermosos rosales y una añosa arboleda correctamente agrupada. Las baldosas dibujaban en blanco y negro un paisaje ajedrezado, bajo el alero, bancos de madera similares a los de una plaza, se ocupaban con algunos pasajeros que alargaban la noche antes del reposo. Suele suceder al viajar muchos kilómetros, se llega muy cansado, a punto que se dificulta el dormir y no es raro observar que mucha gente se queda por las noches tomando aire y charlando antes de refugiarse en la habitación.
El viento movía las hojas de una vereda a la otra, el sol se desvanecía en el atardecer, veía todo de perfil, como el que ve por un solo ojo. La realidad simulaba un equilibrio sospechoso, la pesadilla y mis temores se fundían en una desagradable sensación de desasosiego, sin una continuidad lógica.
Sentí que nos encerraban en una inmensa cámara frigorífica,..le aconsejé a ella que no se preocupara, que siempre hay en la contra puerta una manija que permite la salida. En ese momento me desperté, prendí la luz del velador, fuí al baño a mojarme la cabeza, me veía raro, acongojado, por sobre todo sentía mucho frió.
Seguíamos caminando por Serrano, los chicos corrían e improvisaban juegos entre ellos., por suerte ajenos a mis cavilaciones.
Ana -le dije-, siento miedo, pasan cosas feas en el país, ella me miró con un gesto de extrañeza, como ignorando mis palabras.
-Tratá de descansar, de no preocuparte tanto, todo esto pasará.
Nos acercábamos a la placita Serrano, (actual Borges), De un viejo boliche se expulsaban olores agrios, rancios, acompañados de risotadas groseras. Sentí cierta envidia. Truco, vociferó una voz gruesa estragada por el vino y el tabaco, alegrías de hombres de pueblo, -pensé-, sin complicaciones intelectualoides, felices del momento que vivían. ¡Truco!, ahora acompañado de un golpe en la mesa.
Yo no estaba para cantar quiero retruco, solo quería alejarme de aquel lugar.
Llegamos a la plaza, algunas hamacas rotas y dos toboganes, uno alto y otro bajo y el infaltable arenero.
Dejamos los chicos en los juegos y nos cruzamos al boliche de la esquina de Serrano y Honduras. Palermo, que alguien un día bautizaría "Palermo viejo".
Pedí dos sándwich en pan negro, de jamón crudo y queso bien cargados, y una botella de cerveza.
Ana, dame la mano por favor, hablame, aunque yo permanezca en silencio.
-No sé porqué siempre me pedís que te hable.
-Como si no lo supieras –respondí-.
Brindamos con un trago de cerveza mientras vigilábamos los chicos, ambos mirando hacia la plaza.
Escuché que me decía, -sabes bien lo mucho que te quiero, a pesar de todas tus locuras, de tus silencios a veces inexplicables, -¿porque no vivís mas en la realidad?.
Yo no sabía cual era la realidad a la que ella se refería, mi única manera de entender la vida era en el mundo de mis fantasías, de mis sueños, de lo que ella suponía que era mi locura.
Ana, le dije de pronto y enfatizando la voz, (ella me miró sobresaltada), observá como crecieron nuestros hijos y que lindos que son, se parecen a mí.
-Me parece que la cerveza no te hace buen efecto -contestó- y nos largamos a reír..
Ya nada era importante, formábamos parte de una misma historia.
Andre, laplume, febrero del 2009.
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