Es hora de marcharme.
El reloj de arena se detuvo.
Ahora tomaré una bolsa,
Y en ella llevaré mi vida...
Dentro pondré mis anhelos,
Los sueños cumplidos,
La hiel de mis fracasos,
El olvido y los recuerdos.
También pondré dos fotos amarillas,
La de mis hijas y la tuya,
Por si alguna vez necesito
Ver un rostro familiar
O simplemente iluminarme con una sonrisa.
No olvidaré el corazón que amó,
ni el rosario ni el agua bendita.
En un rincón,
Guardaré los secretos de Usui
y la energía Universal.
Me llevaré los doce pasos
de Bill y Bob.
La poesía de Benedetti y Sabines.
Los once minutos
y el peregrino de Coehlo.
El rock de Morrison y la Bruja Cósmica.
Empacaré un cuaderno de notas
y el día maravilloso de Bono.
A un costado,
Pondré los destellos de los niños de la calle,
La luz de los niños con cáncer
Y la sonrisa de los niños con VIH.
En un lugar especial,
Instalaré los momentos de mis alumnos,
Las lágrimas de mis ahijados;
Y los abrazos de mis sobrinas.
También me llevaré las riñas
Que tuve de niño,
Tanto con mis hermanos y vecinos.
No dejaré mi cartera,
Con aquellos 200 pesos.
Me iré con el Ánima Sola,
Patra que tenga compañía.
Me despediré como el eclipse solar,
Fugaz e impertinente.
Me llevaré una veladora,
Para buscar la luz eterna.
Cargaré con mi fuente,
Así me relajaré al escucharla.
No olvidaré mi cuarzo,
Mi obsidiana y mi banderola universitraria.
Y cuando empaque todo.
Entonces aullaré como el lobo a la luna,
Le cantaré con el incienso en mano,
Purificaré mi alma
Y reposaré junto al altar.