Se vive para trabajar… se trabaja para vivir; esa es la cuestión.

Lo he oído muchas veces; se nos educa para ser mejores en muchos ámbitos, se nos presiona para dar lo mejor de nosotros, se nos prepara para un futuro. Pero en ocasiones, ocurre lo contrario. A veces nos dejan navegar a la deriva.

Se dice que tener un título te abrirán muchas puertas, y que se tendrá una vida mejor por ese hecho, pero… eso no tiene sentido si dichas puertas ya están saturadas y con mínimas posibilidades para entrar o simplemente no existen.

Desgraciadamente se abandonan sueños para poder sobrevivir, se dejan ilusiones cuando la realidad de la vida queda al descubierto y tristemente, hay situaciones en donde nos resignamos a continuar con la monotonía de un trabajo que no satisface las necesidades del alma, pero que de algún modo contribuye con sostenernos en un mundo cada vez más acelerado, donde el tiempo se vuelve nuestro peor enemigo.

¿Crear nuestra propia oportunidad?

Se dice que es difícil más no imposible.

¿Cuántos de nosotros realmente lo logramos?

¿La felicidad de dichos proyectos pueden perdurar aunque fracasemos?

¿Cómo logramos vivir de nuestros sueños?

O en caso contrario…

¿Sería válido morir de hambre solo para realizarlos?

Supongo que eso… sólo el tiempo lo dirá.



En mi caso, solo me aferro a un pequeño deseo:

Hay algo que debo hacer.

¿Y el futuro? Me gustaría decir que ya lo decidí… aunque no hay nada en concreto aún.